Finalizado el estado de alarma, la organización de la vida diaria en las residencias de mayores seguirá estando bajo estrictas medidas de seguridad para evitar que las personas que viven en ellas se puedan ver afectadas por rebrotes de covid-19. Las dos residencias ubicadas en Pozoblanco -Hermanos Muñoz Cabrera y Nuestro Padre Jesús Nazareno- han podido sortear la crisis sanitaria sin ningún afectado no entre plantilla ni entre residentes, y en estos días vuelven a hacerse test para continuar garantizando la buena la situación sanitaria de los dos centros pozoalbenses.

Estos tres meses de confinamiento se han vivido de manera diferente entre los residentes, las familias y los trabajadores. Especialmente difícil ha sido la situación de familias en las que alguno de los hijos residía fuera de la provincia de Córdoba, por lo que ha tenido que esperar hasta la llegada de la fase tres de desescalada para poder desplazarse a Pozoblanco a ver a sus padres. Es el caso de dos hermanas que residen habitualmente en Sevilla y su madre se encuentra en la residencia Hermanos Muñoz Cabrera. El esperado reencuentro, que se realizó con cita previa, ha sido agridulce. A la alegría de poder volver a ver a su madre se unía el pesar de poder estar con ella solo 15 minutos, que debieron repartirse, y el no poder acercarse a abrazarla. «Esta situación es muy triste», aseguraba una de las hijas, que lamentaba que la madre no pudiera compartir con todos los hermanos al día siguiente una comida familiar por motivos de seguridad. Les queda la tranquilidad de ver que se encontraba bien y las estrictas medidas que se ha llevado a cabo en la residencia para preservar su salud, al igual que la del resto de personas que residen en ella.

En la otra cara de la historia está la experiencia del personal que trabaja para mejorar la calidad de vida de los ancianos. Virginia Moreno, directora de la residencia Nuestro Padre Jesús Nazareno, destacaba a este periódico la «tranquilidad» con la que las personas mayores que viven en la residencia que dirige, han vivido el confinamiento. «Nos ha sorprendido, es verdad que les explicamos a todos la situación cuando cerramos las puertas el 13 de marzo, evitando las visitas para preservar su salud», afirma. En la residencia, para evitar carencias afectivas ante la ausencia de contacto físico con las familias, se han aparcado estas semanas otras actividades y se han primado las videollamadas sin tiempo límite mañanas y tardes, de lunes a viernes. Ahora que han comenzado las visitas, las puertas de la residencia se han abierto con mucha cautela para evitar que se registre ningún contagio, afirma su directora. Por eso, las visitas están muy controladas, acceden por la puerta situada en la calle Benedicto XV, donde se pueden ver las normas que hay que cumplir. En esta zona se encuentra un hall que cuenta con gel hidroalcohólico, una alfombra para desinfectar el calzado y una mesa para mantener las distancias de seguridad. A los visitantes se les explica que por la salud de los mayores no se puede mantener contacto físico con ellos, y deben mantener la mascarilla y firmar una declaración responsable de que no han tenido síntomas de la enfermedad en los últimos 15 días.

Las visitas se han programado para que los 70 residentes de este centro tengan al menos una visita a la semana de media hora como mínimo, aunque se puede alargar si el mayor está enfermo o, ya en estos últimos días, si llegan familiares de otras provincias.

Los mayores residentes en Jesús Nazareno no han estado aislados en sus habitaciones durante el confinamiento al no haber habido sospechosos ni positivos durante esta etapa. Moreno ha hecho hincapié en la coordinación que ha habido con el Área Sanitaria Norte, desde dond les han orientado en todo momento.

En otros centros como las viviendas tuteladas de Prode o el Centro de Atención a Personas con Discapacidad Física (CAMF), también se han retomado las visitas de familiares con cita previa para salvaguardar la seguridad de los residentes.