Unas 12.500 personas, según fuentes municipales, han pasado por el Slow Music Pozoblanco, la apuesta de la concejalía de Turismo para promocionar la dehesa, patrimonio natural único de la comarca de Los Pedroches y Pozoblanco, que se situó, además, en el centro del panorama musical español veraniego durante el fin de semana del 29 de junio al 1 de julio. El impacto económico para la ciudad ha sido de 500.000 euros, según el concejal de Turismo, Eduardo Lucena. Una cifra que se justifica en el gasto medio de los asistentes al evento: 45 euros con la entrada al concierto y las consumiciones en el recinto y en la localidad. Según el concejal, el festival ha supuesto la creación de 350 puestos de trabajo directos, frente a los cien previstos en un principio. El Ayuntamiento ha dado 43.000 euros a la empresa promotora del festival y ha corrido con los trabajos de adecuación del campo de golf y los accesos, la iluminación del recinto, la Policía Local y los aparcacoches. Los promotores han contado, además, con la aportación de otros patrocinadores.

El concejal de Turismo se ha mostrado «muy satisfecho» por el resultado del festival, que ha superado las expectativas. La segunda edición podría ser una realidad el año que viene, ya que el concejal ha afirmado que ya están diseñando la hoja de ruta.

El festival comenzó con el musical Toy Story, que llevó a centenares de familias al campo de golf. El espectáculo no cumplió con las expectativas de los espectadores, lo que unido a las bajas temperaturas esa tarde noche provocó que una parte del público abandonara el recinto antes del final de la función. Afortunadamente, todo cambió en los dos días posteriores. El temor de los responsables de la restauración ante el frío de la primera noche se fue disipando conforme los seguidores de Bosé subían al campo de golf y tomaban posiciones para asistir al espectáculo rey del Slow, porque la puesta en escena del cantante nacido en Panamá ganó a la de Manuel Carrasco, que sin embargo logró reunir a un mayor número de seguidores. Bosé llegó, cantó y encanto. No importó a sus seguidores algunos, más que evidentes, fallos en la voz durante algunas de sus míticas canciones. La magnífica puesta en escena, buenos músicos y los coros arroparon al autor de Estaré, la canción dedicada a sus hijos y en el concierto a todos los padres y madres, que da nombre a la gira 2017. No defraudó; comenzó con Sereno, siguió con Duende y Nena. No faltó la mirada nostágica al pasado, aquellos temas que le hicieron la estrella que hoy es: Superman, Linda, Amiga o la versionada para su disco en acústico Morir de Amor, entre otras imprescindibles en su discografía. Con Nada Particular mostró su faceta solidaria con los refugiados y su rechazo a los muros como el que pretende Trump con Méjico, al que se refirió sin nombrar. Terminó, como no podía ser de otra manera, tras varios bises con Te Amaré, el himno sin duda del cantante para sus fans más aguerridas que cantaron, bailaron, saltaron y piropearon a un Bosé que se dejó querer sabedor de que aún conserva la magia que siempre le ha acompañado a pesar de los años.

Y así las cosas, le llegó el turno el sábado, 1 de julio , al onubense Manuel Carrasco. El punto álgido la canción que dedicó a Pozoblanco, gran protagonista de la noche y de las redes sociales por donde circula desde entonces. No faltó en la letra la casa de la Viga, la iglesia de Santa Catalina, Jesús Nazareno, la popular aparecería, la mención al emblemático bar Matías, la dehesa y sus encinas, las estrellas, la Virgen de Luna o la calle Real. Antes, y con un retraso de veinte minutos, comenzaba el concierto ante un público entregado de antemano.

Los guiños de Carrasco a Pozoblanco fueron constantes, demostrando una magistral sabiduría en su puesta en escena y cómo domina las artes para meterse al público en el bolsillo. «Me encuentro encantado de estar hoy con vosotros en este marco incomparable», dijo para levantar pasiones en unos fans entregados.

Abrió Carrasco su actuación con Tambores de guerra y luego quiso destacar el paraje donde se celebraba el concierto, en plena naturaleza. Después fue desgranando tema tras tema y dando lo mejor de sí mismo. Como no podía ser de otro modo, uno de los temas más celebrados por su público fue No dejes de soñar, tarareado por una multitud que se la sabía de memoria, como la mayoría de las canciones con las que deleitó a Pozoblanco.

Terminado el concierto, de vuelta a los autobuses, el punto más débil de esta propuesta, que si bien los primeros días funcionaron sin problemas, ocasionaron algunas quejas el último, sin duda por el mayor volumen de público que subió al campo de golf utilizando este medio de transporte que no todo el mundo entendió, sobre todo algunos visitantes, que no se dieron por enterados de los avisos de los días previos para su uso. Al margen de esto, el Slow ha sido, sin duda, todo un éxito.