Chris Froome no tiene ninguna intención de renunciar al Tour y la organización de la prueba sigue sin encontrar fórmulas legales para vetar la presencia del cuatro veces ganador de la carrera que empieza el próximo sábado, día 7 de julio, en la isla de Noirmoutier, en la región francesa de La Vendée.

El Sky, a diferencia de otros equipos, todavía no ha confirmado la lista oficial de ocho corredores que disputarán el Tour. Sin embargo, como el resto de escuadras, el conjunto británico ya ha entregado hace días la lista de preinscritos en la que figuran los titulares y los reservas. Hasta el próximo miércoles hay tiempo de efectuar cambios, incluso si ya se ha anunciado el bloque titular.

La queja

"No he hecho nada malo y tengo el derecho a competir", ha asegurado Froome en declaraciones a la cadena británica, Sky Sports, que patrocina a su equipo. "Estoy a la espera de ser exonerado de este proceso. Sé que en Francia hay gente que no es muy feliz de verme. Pero eso no interviene en mi carrera", ha añadido el corredor británico y último vencedor del Giro.

El Tour ha tratado de buscar argumentos jurídicos para contemplar un eventual veto a Froome. Según fuentes conocedoras del caso no los ha encontrado ni en la legislación francesa ni en la internacional. Además, tanto el Tour como la Unión Ciclista Internacional (UCI) han tenido en cuenta otro hecho muy importante. En el caso de que Froome fuera declarado inocente de su presunto dopaje durante la Vuelta 2017, que ganó, y se le impidiese disputar el Tour 2018, tanto la organización de la carrera, e incluso subsidiariamente la UCI, se expondrían a una indemnización millonaria por parte del corredor y su equipo.

En el 2006, cuando estalló la operación Puerto, el Tour forzó a las escuadras con corredores implicados en la trama de dopaje del médico canario Eufemiano Fuentes a retirarlos del equipo a fin, precisamente, de evitar una posible demanda de los ciclistas sospechosos. Asimismo, el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) también obligó años antes a acoger a Richard Virenque, como corredor, y a Manolo Saiz, como técnico, a raíz de los escándalos por dopaje que enturbiaron a la edición de la ronda francesa hace 20 años.

El ambiente

Sin embargo, el ambiente que aguarda a Froome en Francia no va a resultar nada halagüeño para el cuatro veces vencedor de la carrera. Bernard Hinault, que ya se ha jubilado como relaciones públicas del Tour, solicitó la semana pasada una huelga de corredores como rechazo al británico si este acudía y exhibía el dorsal número uno. Las mismas fuentes consultadas no están de acuerdo con las declaraciones de Hinault ya que consideran que promover una huelga no haría otra cosa que dañar a la prueba, a las localidades afectadas y a los patrocinadores.

Froome ha seguido con su programa de recuperación del Giro y adaptación a su nuevo reto: ganar el Tour por quinta vez y hacerlo de forma consecutiva tras adjudicarse la edición del año pasado, la Vuelta 2017 y el Giro 2018.

El problema

En la antepenúltima etapa de la ronda española presentó una dosis de salbutamol (el fármaco que se inhala con la marca ventolín y que está permitido hasta un límite) por encima de lo permitido. El ciclista y sus abogados tratan de demostrar que se tomó por razones médicas y no para mejorar el rendimiento. El caso todavía está en fase de estudio. Froome se enfrenta a una sanción de dos años, aunque también puede ser absuelto. Si es declarado culpable y gana el Tour sería borrado como vencedor. Y eso precisamente es lo que quiere evitar la ronda francesa.