Es de Manchester, ciudad inglesa donde están más acostumbrados a convivir con los héroes del deporte que crecen chutando con gracia y estilo un balón. Simon Yates nació hace 26 años, cinco minutos antes que su hermano Adam, y hasta el aviso del Giro y la confirmación de esta Vuelta, eran tan y tan iguales que nadie se atrevía a decir quién de los dos gemelos sería mejor en el arte de mover los pedales de una bici. Y eso que Simon no se cansa de alabar a su hermano. "Tres británicos hemos ganado este año las tres grandes y somos una potencia. La próxima figura lleva mi mismo apellido".

Adam se empezó a hacer famoso por una desgracia. En e 2016, en el Tour, se disponía a ganar en los Pirineos. Había atacado al resto de favoritos y cuando le quedaban mil metros le cayó el arco que indicaba el último kilómetro encima. Un desastre que obligó a la dirección de la ronda francesa a cambiar el diseño de la señal al año siguiente.

La pareja vive en Andorra la Vella, como tantos otros astros de este deporte. Por eso, el viernes y el sábado conocía las cumbres pirenaicas al pie de la letra. La duda que siempre planteó Simon en la Vuelta era confirmar si se había repuesto psicológicamente del hundimiento que sufrió en el Giro, a manos de Chris Froome, cuando solo quedaban tres etapas. "Por eso el año que viene no pienso en el Tour sino en volver al Giro porque allí tengo una deuda pendiente".

Froome ganó el Giro, Geraint Thomas el Tour y ahora Yates la Vuelta. El Imperio Británico domina el ciclismo mundial. "Y no es una casualidad. Yo crecí en Manchester apoyado por los fondos que Gran Bretaña dedica al ciclismo. Entré en el sistema hasta que me hice profesional". Hay un trabajo detrás en el Reino Unido. Y por eso no es extraño que ahora lo ganen todo. Yates es la última referencia.