Levantar un trofeo y sentirse campeón. Tal vez no haya mejores sensaciones para un competidor y de eso puede presumir el Real Club Priego. A la conclusión del partido ante el Borges, Miguel Ángel Machado, presidente de la Real Federación Española de tenis de mesa, hizo entrega de la copa que acredita al Cajasur como el ganador de la presente temporada en la Superdivisión, la quinta en la historia de un club que puede presumir de ser el más laureado de la provincia de Córdoba.

En sí, el partido no dejaba de ser un trámite, ya que la temporada acabó realmente el pasado 12 de abril. Sin embargo, el Borges es uno de los grandes de la competición y el objetivo, que siempre hay, pasaba por acabar la temporada sin ceder puntos en casa. Y, como en otras tantas ocasiones, fue misión cumplida.

Al contrario de lo que pudiera parecer, hay un componente de la plantilla del Cajasur que habría prolongado la temporada. Es el caso de Alejandro Calvo, quien tras salir de su lesión ha rendido a un gran nivel. Y prueba de ello fue su victoria sobre Oriol Monzó. El prieguense estuvo certero, paciente y vivo ante el tipo de partido que le planteó el catalán. Tomó diferencias holgadas en cada manga para tomar la delantera.

A renglón seguido, Machado se encontraba con Marc Durán. Y el clásico no defraudó. El primer set, todo un espectáculo de rallyes interminables, cayó finalmente del lado del prieguense, si bien el catalán dejó muestras de su incuestionable calidad. Y ese deleite continuó en la segunda manga, si bien Machado siempre estuvo por delante hasta el 9-9. Entonces, Durán remontó y terminó firmando el 1-1. Y así siguió la contienda. Ambos jugadores interpretaron a las mil maravillas el showtime, aunque sin olvidar el resultado que fue para Machado en los siguientes juegos, 2-0.

André Silva, quien recibió una placa de reconocimiento por los cinco años ligado a la entidad en los prolegómenos, tenía que lidiar con el experimentado Andrade. El luso, serio como acostumbra, también se concedió alguna licencia ante un adversario que planteó el partido al riesgo, con golpes que rozaban lo inverosímil. El caso, que también divirtieron a los asistentes al Centro de Tecnificación. El 3-1 puso el 3-0 en el marcador y el momento de la entrega del trofeo de campeón se iba acercando.

Para ello faltaba la sentencia. Y, como en otras tantas ocasiones, el turno era para Carlos Machado ante Oriol Monzó, uno de esos jugadores que se les puede denominar como incómodos. El número 1 aceleró los trámites de la contienda, que pronto encarriló. Y es que había ganas de celebración, justificada ante tantos problemas durante la campaña. No fueron diferentes las otras mangas. Machado ganó, también lo hizo el Cajasur para cerrar un temporada en la que puede seguir diciendo eso que aquí mando yo.