Con compañeros como Yasuhiro Suzuki no necesitas rivales. Suzuki dopó a su amigo para que su descalificación le allanara el camino olímpico, entre otras iniquidades. Ni siquiera su confesión ha mitigado el oprobio ni es probable que le salve de la inhabilitación perpetua. El kayakista compendia hoy la infamia en un país que sublima el honor y la rectitud .

Ocurrió en el campeonato nacional, en Ishikawa. Suzuki acudía como uno de los mejores del país pero con el estigma de no haber participado en unos Juegos. Se había retirado tras fracasar en la clasificación para los de Río y decidió darse la última oportunidad cuando Tokio fue elegida. Estaba espoleado por su frustración y los ánimos de sus amigos y esposa, pero sus 32 años le alejaban de su esplendor deportivo. Acababa de ser superado en el ránking por Seiji Komatsu, con 25 años y un horizonte esplendoroso. Así que cuando Komatsu competía, Suzuki acudió al vestuario y vertió en su botella de agua una píldora disuelta. Era Metandienona, un anabolizante prohibido que potencia la musculación. Komatsu ganó, Suzuki fue octavo.

Ambos tenían una estrecha relación. Fue Suzuki el primero al que acudió Komatsu en busca de consejo tras recibir su positivo en noviembre. La briosa defensa de su inocencia y otros episodios sospechosos aconsejaron que la federación investigara a los compañeros de equipo. Suzuki excusó el trámite y pidió regresar a Tokio por estar enfermo, según el diario Asahi Shimbun. Tres días después, quizá abrumado por los gritos de su conciencia o quizá por el temor a una acusación formal inminente, llamó a la federación. «Fui estúpido y débil», confesó. Suzuki ha sido ya sancionado por ocho años por la agencia antidopaje y la federación pretende la inhabilitación de por vida.

El caso ha conmocionado al país. No pasa un día sin que trasciendan nuevas tropelías suyas. Ahora se sabe que detrás de las frecuentes pérdidas de remos y roturas del equipo que sufrieron durante años los compañeros estaba él. Este deportista ha decepcionado a Japón.