"Cuando llegabas al hotel, ya te estaba esperando. Lo tenía todo controlado. Sacaba sus fichas de papel y te las hacía rellenar. ¿Qué montaña queréis escalar?, ¿cuántos miembros tiene la expedición? ¿día previsto de ataque a la cumbre?, ¿utilizaréis oxígeno embotellado?... Tenía un gran carisma y era muy respetada por toda la comunidad alpinística", recuerda Òscar Cadiach de Elizabeth Hawley, la periodista estadounidense que durante casi seis décadas se convirtió en una especie de notaria que registró todas las ascensiones a los ochomiles del Himalaya. Hawley falleció el pasado 26 de enero a los 94 años en Katmandú, donde fue incinerada tras un ritual budista, el mismo que siguen los sherpas a los que tanto admiraba.

Lo curioso de Hawley, que se desplazaba a bordo de su inseparable Volkswagen Escarabajo de color azul cielo, es que nunca había subido a una montaña, ni mucho menos se le había ocurrido meterse en un ochomil, pero los conocía al detalle, a los 14, como si los hubiera parido. "Mira todo lo que llega a hacer y saber sin haberse subido a un taburete", era el comentario jocoso que soltaban muchos alpinistas cuando esta mujer les interrogaba al final de la expedición para certificar que se hubiera hecho cumbre.

NI JUEZ NI PARTE

"Pero ella no juzgaba a nadie, solo pretendía certificar que lo que se contaba era la verdad", explica Cadiach, quien agrega que el conocimiento de Hawley sobre los ochomiles llegaba al detalle de saber si en un punto había cuerdas fijas o si a la cima se accedía por la derecha o por la izquierda tras superar el collado de turno. "Su trabajo lo hacía de forma extraordinaria porque tenía mucha información tras años de conversaciones con montañeros y, sobre todo, con los sherpas", sentencia Cadiach, el primer catalán en escalar los 14 ochomiles sin oxígeno artificial.

"Dudoso" era el calificativo que utilizaba esta respetada mujer cuando no tenía claro que un montañero decía la verdad o, simplemente, que también puede ser, creía sinceramente haber alcanzado la cumbre por error y no era el caso. Justo lo que les pasó a los italianos Fausto De Stefani y Sergio Martini en 1997. Creyeron haber hollado la cumbre del Lhotse, en un día de nula visibilidad, pero la conversación posterior con Miss Hawley abrió todos los interrogantes. "No llegasteis a la cima", les advirtió convencida la cronista. A De Stefani nunca se le contabiliaron los 14 ochomiles. Martini, años más tarde, culminó su particular gesta, eso sí, tras regresar al Lhotse.

INICIOS EN LA REVISTA 'FORTUNE'

Nacida en Chicago en 1923, Hawley se forjó como periodista de investigación en la revista 'Fortune' de Nueva York. En 1957, abandonó la publicación para viajar por el mundo y en 1960 llegó a Katmandú, de donde ya no se movería. Trabajó como corresponsal para 'Time', 'Life' y la agencia Reuters, y se especializó en el mundo del himalayismo a partir de 1963, cuando cubrió informativamente la expedición estadounidense al Everest, en la que Willi Unsoeld y Tom Hornbein alcanzaron la cima por la vertiente norte abriendo lo que hoy en día se considera todavía la ruta de mayor dificultad al techo del mundo, el temido corredor Hornbein.

BIERLING TOMA EL RELEVO

A partir de aquel año, Hawley, conocida también por su fuerte carácter y personalidad, inició el registro y documentación de todas las expediciones, poquísimas al principio y centenares en la actualidad. Un ingente archivo de ascensiones que guardaba meticulosamente en su casa de Katmandú, convertida también en oficina, y que empezó a informatizar a partir de 1991. Una labor descomunal para la que contó con la ayuda de varios colaboradores, entre los que se encuentra la también periodista alemana Billi Bierling, quien asumió la labor de Hawley cuando esta dejó de trabajar en el 2016. En The Himalayan Datebase puede consultarse online gratuitamente el trabajo de toda una vida de esta mujer.

"El montañismo ha perdido a una amiga verdadera", lamentaba emocionado Aang Tshering Sherpa, expresidente de la Asociación de Montañismo de Nepal. Hawley fue distinguida por el Gobierno nepalí, en el 2008, bautizando con su nombre un pico de 6.182 metros situado en la zona del Dhaulagiri. Fue el mejor homenaje a una mujer que amaba a la montaña, por más que nunca había pisado ninguna, y que respetaba a los que sueñan con alcanzar las cimas más altas.