El alavés Mikel Landa (Movistar) lamentó que su intento de fuga a 100 kilómetros de la llegada en Laruns quedara en nada, aunque ya sabía desde el primer momento que iba a ser «muy difícil» culminarlo con éxito.

«Cuando he arrancado sabía que iba a ser muy difícil. Ha habido momentos en los que he pensado que era posible y en otros que no», explicó sobre el desarrollo de la decimonovena etapa del Tour 2018. «Ahora el objetivo es hacer una buena contrarreloj y asentarme en la clasificación, además de volver a tener regularidad», comentó.

El alavés calificó como «una lástima» el no haber tenido finalmente opciones de pelear por el que hubiera sido su primer triunfo de etapa en la Grande Boucle porque «siempre hay intereses cruzados». Sobre el tan lejano ha explicado que en el equipo sabían que era la forma de intentar hacer daño y por eso «había que probar desde lejos», a la vez que buscaban un nuevo «triunfo de etapa y el podio, porque la general sabíamos que estaba más complicada».

Landa agradeció el gran trabajo que realizado todos sus compañeros de equipo en su intento, sobre todo el costarricense Andrey Amador. El balance que hace del primer Tour al que ha venido como líder es que ha tenido «momentos de todo, buenos y malos» con «un buen sabor de boca porque era la primera vez que venía a intentar hacer algo, aunque el año pasado en Sky fui cuarto», comentó.