Hay un dicho que dice que los cementerios están llenos de valientes. Y utilizando un concepto militar, valor se le supone apuntarse al Giro, con ánimo de ganarlo, antes de afrontar lo que debería ser el gran reto del 2018; único y casi necesario. Conquistar París por quinta vez e igualar las marcas de Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Induráin.

Chris Froome será el gran atractivo de la próxima edición de la ronda italiana que se presentó ayer en Milán. Ya da igual conocer qué otros corredores serán sus rivales. El Giro lo quería y su equipo, el Sky, lo ha convencido, al margen de la suculenta prima que, según varias fuentes, las autoridades hebreas le han dado porque de Jerusalén partirá la próxima ronda italiana, con tres etapas por carreteras de Israel antes de viajar a Sicilia e iniciar el periplo por la ruta tradicional de la carrera. Sin embargo, correr el Giro antes del Tour implica un riesgo considerable, siempre y cuando se afronten ambas carreras con el ánimo de ganarlas.

Ni Alberto Contador en los años 2011 y 2015, ni Nairo Quintana esta temporada han conseguido el reto del doblete. También se olvidó Vincenzo Nibali, tras triunfar en su país, de luchar por el jersey amarillo y puso como excusa en el 2016 que se había apuntado a la grande boucle para preparar los Juegos de Río.

Se habla de que Froome antepone la hazaña de ganar consecutivamente tres grandes vueltas de tres semanas que la conquista del quinto Tour. Y asume el desafío de luchar por la maglia rosa en un ambiente adverso para él como serían unos Dolomitas helados y fríos. Él es africano (nacido en Kenia y criado en Suráfrica) y por lo tanto un ciclista aliado al calor. Y, cuanto más, mejor.

Todavía no se sabe la decisión que tomará el conjunto Movistar. Si acude con Mikel Landa --otro riesgo pensando en el Tour- o repetirá la experiencia de los chavales como hizo en la Vuelta. Landa, esta temporada, llegó al Tour en perfecta forma tras correr en Italia, pero en la ruta transalpina nunca luchó por la victoria sino por las etapas. Y hay una gran diferencia tanto a nivel físico como psicológico, en pelear o no por el triunfo final en la prueba.

Junto al Muro de las Lamentaciones, con petición oficial del Gobierno de Israel para que el Papa Francisco acuda a la inauguración de la carrera y con la oposición al Giro por parte de las autoridades palestinas, se inicia la carrera el 4 de mayo con una contrarreloj individual de 10 kilómetros.

Después llegará la isla de Sicilia y la subida al volcán Etna, en lo que será la primera de las ocho llegadas en alto, de la que destaca como jornada clave la que termina en el complicadísimo monte Zoncolán. Roma, en vez de Milán, como símbolo de unidad entre la religión hebrea y la cristiana acogerá el final de la prueba el 27 de mayo.