Muy malo que las caídas sean la única noticia en una etapa llana, tan plana como la palma de la mano, en la que solo ha habido la fuga consentida de todos los días y el esprint, más accidentado de lo previsto, que figuraba en el guion de la décima etapa del Giro. Demasiadas jornadas llanas, incomprensible hasta ahora que la organización haya apostado por una fase inicial de la prueba con tan pocas emociones. Son muchas diez etapas de planicies sin apenas montaña y todavía falta la cita de este miércoles, en otra jornada de la ronda italiana sin apenas dificultades orográficas.

El Giro avanza hacia la montaña a ritmo rápido y con un pelotón quizá más degastado por la lluvia caída que por el exceso de kilometraje acumulado hasta ahora. Hasta el jueves no aparecen las primeras montañas que, afortunadamente, ya no traicionarán a la carrera hasta la contrarreloj final de Verona.

ATAQUE DE VENTOSO

En Módena, hubo un ataque final de Fran Ventoso, a poco más de dos kilómetros para meta. Cuando el pelotón iba a la caza y captura del corredor cántabro afincado en Madrid, se produjo una caída en la zona puntera, allí donde estaban los velocistas. Varios ciclistas por los suelos. Entre ellos, Pascal Ackermann, vencedor de dos etapas. Arnaud Démare, un esprínter francés con mucha calidad y que cuenta con una Milán-San Remo en su palmarés, fue el más rápido en la meta; el corredor que obtuvo la recompensa de la victoria tras una jornada sin cambios en la general y con Valerio Conti como líder de la prueba.

Un día más, los favoritos, con Primoz Roglic al frente, circularon camuflados en la clandestinidad del pelotón y ahorrando fuerzas para los días difíciles que, afortunadamente, aún tienen que llegar.