Ummm... ¡Estas navidades! ¡Quién me lo iba a decir hace diez meses! Ya me estoy relamiendo. ¡Ricos pulmones recién oxigenados! ¡Magníficas narices siempre destapadas! ¡Tiernos abrazos de quienes se quieren tanto!, y se soban la mascarilla, y se quitan la mascarilla porque ¡se echan tanto de menos siempre! ¡Son colegas de avatares! Total, ¡a vivir, que son dos días y es Navidad!, ¡y al que le toque mi gordo, que se aguante! ¡Maravillosos autobuses, bien calentitos, recociéndose dentro bien pegaditos, hablando, tosiendo, tocándose la mascarilla, tocándose las narices, restregando manos en barras, poniendo pezuñas en asientos vacíos! ¡Y yo, a casa por Navidad! Yo, humilde virus, triste porque creía que iba a pasar solo estas fiestas y otras, ¿podía imaginar un belén tan viviente, entero para mí, ni siquiera en el mejor de mis sueños de virus ignorado? ¿Podía desear un turrón más interminable, una masa de mazapán más bien amasada, unos mantecados con más manteca? Me mosqueé cuando aquello de tantísimos balcones en primavera, llenos de aplausos, rebosantes de músicas, a las ocho de la tarde. Pero ya pasó y aquí no pasa nada. ¿Quién lo recuerda? Fue otro pasatiempo más de la masa y su perpetua abulia. Ahora es otra cosa, otra fiesta, otro olvido. Ni necesito entrar en los cerebros; están lo suficientemente vacuos y entontecidos, abotargados y adocenados por obra de los interesados en amasar y amasar a la gente, y cocerla bien, para que yo disfrute. ¡Serán las navidades de mi vida! De pronto me he dado cuenta de que esto de ser virus es un privilegio. ¡Con los problemas de autoestima que tenía por mi minusculinidad! (Yo también tengo derecho de infectar hasta el idioma.) ¡Vacuna!... ¡Que se mueran los feos, que yo estoy vacunado! Yo a saltar de bobo en bobo, de tonto en tonto y tonto, y salto porque me toca. Y así llegaré al tonto y a la tonta de turno que dicen que eso del virus no va con ellos. Yo sí que soy demócrata, igualitario, feminista, para toda la ciudadanía. Respirad, respirad, malditos; abrazaos, seguid convencidos de que la cosa va con otros, como a todo a lo que nos ha acostumbrado este poder de risitas, hoyitos, muequitas y posturitas. Ya vendrán los Reyes Magos. Y, ¡ah!, llegado el allegado, ha llegado en tren, en coche, en autobús.