La angustia se alía con la primavera para deshojar el lenguaje de las emociones, traspasar la frontera del dolor y del desgarro que describen el alma para amar la vida con fiereza. El tiempo se marcha con la esperanza hambrienta, aferrados a la verdad que no llega, fusionando desengaños y lapidando ilusiones. Esto es lo que pasa cuando uno ansía una donación que no llega. Debemos concienciarnos de la importancia de donar, el desaliento rescata y descifra la luz de esta gran palabra. Donar es regalar vida sin pedir nada a cambio, es sembrar futuro, es una de las cosas que una vez la has hecho no te arrepientes. Donar es elevar la generosidad a la máxima potencia, es el mejor regalo que puedes hacer. Por eso en apoyo a los donantes se han desarrollado diferentes actividades, entre ellas, una marcha pacífica, testimonios de personas donantes y de trasplantados, especialmente emotivo fue el de Fernando Pastor, trasplantado de pulmón. Han colaborado, entre otros, prestigiosos representantes del hospital Reina Sofía, la Asociación Down Córdoba, reconocidos escritores y poetas y el Club de Lectura Azul, de la Biblioteca Provincial, al que pertenezco. Se leyeron poemas de las diferentes antologías Tintas para la vida, entre ellos uno de Eduardo García y otro de Nacho Montoto. El día madruga para salvar a la espera que deambula en la quietud a orillas de la línea fronteriza de la muerte. Debemos reflexionar y sensibilizarnos con el tema de la donación, ya que muchas personas viven pendientes de la llegada de un órgano, personalmente conozco casos en que se han «marchado» sin que este llegara. Yo dono, tú vives, nosotros compartimos...

Pilar Redondo

Escritora

Córdoba