Madres que concilian. Madres que se acogen a la jornada parcial. Madres que apartan sus ambiciones. Madres que se apuntan a ser superwomen. Madres que se arrepienten. Madres que siempre soñaron con serlo. Madres por encima de todo. «Malas madres»... El debate de la maternidad está de actualidad. En realidad, en las conversaciones de las mujeres siempre lo estuvo. Interminables reflexiones sobre hijos, ambiciones personales, concesiones y alegrías. Una cuenta intangible de sumas y restas. Sin duda, es positivo que esas disquisiciones privadas hayan pasado a la esfera pública. Pero, ¿para cuándo un debate en profundidad sobre la paternidad? ¿Cuántas conversaciones en un grupo de hombres giran entorno de su rol como padres más allá de la fatiga de las noches sin dormir? Padres que se cuestionan si el permiso de paternidad no debería de ser obligatorio para ellos y así evitar que se premie la contratación masculina. Padres que hacen números para acogerse a la jornada parcial. Padres que se preguntan si no deberían pasar más tiempo a solas con sus hijos para sentirse más responsables de su cuidado. Padres que no quieren que sus hijos crezcan creyendo que hay cosas de papá y cosas de mamá. No hay debate público, porque aún no existe un cuestionamiento personal. La brecha salarial está formada por varias capas. La primera es la escasa responsabilidad con la que se asumen unos privilegios cimentados en la discriminación.

* Escritora