Los CDR (Comités de Defensa de la República) son herederos políticos del anarquismo catalán y del independentismo violento. Esta amalgama de facciones diversas --entre ellas Endovant y Arran de las CUP-- que han reventado los peajes de las autopistas catalanas, proclama que sus actuaciones se realizarán «de forma pacífica pero contundente». Pretenden la movilización del mayor número de personas «en defensa de la democracia» y que prevalezca «la voluntad popular contra la represión del Estado español». Utopismo mesiánico, radicalismo juvenil e independentismo combativo que puede desembocar en aquel terrorismo, aun en el recuerdo de los profesionales de mi generación: el asesinato del empresario José María Bultó mediante una bomba pegada con esparadrapo al pecho. Fue el 9 de mayo de 1977 y se repitió el 26 de enero de 1978. El mismo grupo terrorista catalán volvió a asesinar de la misma forma al exalcalde de Barcelona, Joaquín Viola y a su esposa Montserrat Tarragona. Los CDR acaban de manifestar: «No nos podemos quedar en el simbolismo de los lazos amarillos, hay que ir mas allá». La voz de alarma la ha dado Xavier Domènech, líder parlamentario de Catalunya En Comú-Podem, de la izquierda catalanista: «El camino de los CDR puede llevar a expresiones de conflicto violento». La respuesta ha sido inmediata: «Le exigimos una rectificación», sus declaraciones «contribuyen a criminalizar nuestra lucha». Ya ha surgido el «revival» del clásico cainismo del independentismo. Salvador Illa del PSC, critica a CDR por sus «actos insurreccionales». Teme un enfrentamiento civil en Cataluña.

* Periodista