El barómetro difundido ayer por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una macroencuesta con 17.650 entrevistas personales realizadas en las primeras semanas de octubre, ha vuelto a remover el debate político en España al estimar para el PSOE una victoria electoral con una horquilla muy amplia, entre 133 y 150 escaños, que el resto de los partidos ha vuelto a cuestionar. El «CIS de Tezanos», en alusión a la militancia socialista de su director, el sociólogo José Félix Tezanos, arrastra sobre sí el estigma de actuar en función de consignas, por más que la muestra del sondeo sea muy amplia y el organismo estatal haya tenido toda una vida de prestigio. En cualquier caso, la validez de la encuesta es relativa, dado que se ha hecho antes de la crisis abierta en Cataluña y los disturbios y manifestaciones que han seguido a la sentencia del procés. No se sabe cómo reaccionará el electorado ante esta última situación e, incluso haciendo abstracción de la misma, los buenos augurios electorales son en cierto modo un regalo envenenado para el candidato Pedro Sánchez, ya que la desmovilización de los votantes, una de las posibilidades que pueden darse el próximo 10-N, podría acentuarse, perjudicando a las opciones de izquierda como suele ser tradicional.

En cuanto a las tendencias que se marcan en esta última encuesta, son similares a las de otras que hemos conocido estas semanas: un triunfo del PSOE (si bien otros sondeos que lo dan como ganador reflejan una pérdida de escaños), un avance del PP (pasaría de los 66 escaños actuales a obtener entre 74 y 81 diputados) que el líder de los populares, Pablo Casado, considera poco creíble, pues otros sondeos lo acercan al centenar de diputados, un marcado retroceso de Ciudadanos, estabilidad en Unidas Podemos y similares resultados para los bloques independentistas, con trasvase de votos entre estos partidos en Cataluña, con cierto refuerzo para ERC. En Córdoba, el barómetro del CIS otorga el tercer diputado al PSOE, puesto que estuvo al filo de obtener el pasado 28-A, lo que iría en detrimento de Cs o de Vox. Esto hace pensar que los tres partidos mantendrán una dura pugna en nuestra provincia durante la campaña.

Esta será, por fortuna, más breve. Empezará el próximo viernes y durará ocho días. Nadie duda de que será encarnizada, y que el conflicto catalán volverá a ocupar un lugar central. Pero los ciudadanos están cansados. Hartos de unos partidos que juegan al regate corto y a sus propios intereses en lugar de buscar acuerdos y generar una estabilidad que permita el progreso. Con la amenaza de una nueva desaceleración económica cuando amplias capas de población siguen empobrecidas y faltas de oportunidades por la crisis, lo deseable sería una campaña en la que la política se escriba con mayúsculas y ofrezca soluciones a la ciudadanía. Debería ser posible pedir juego limpio y altura de miras.