Dice la Constitución que los españoles tenemos derecho a una «información veraz» y que «la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia». Pero los subterfugios políticos soslayan esos principios. Disfrazan el espectáculo, de información. Y tapan la convivencia con el destape de las dos Españas. Nos quiso adoctrinar la derecha y ahora nos vende la izquierda material «informativo» repleto de adoctrinamiento: se nos dice que al ya no estar Franco en el Valle de los Caídos, por fin somos una democracia. Aunque la democracia llegó hace tiempo, cuando Fraga, La Pasionaria Carrillo y Alberti se reunieron en las Cortes con un mismo afán: la reconciliación tras el enfrentamiento incivil de aquellas dos Españas. Fui corresponsal en Londres y Bonn acomplejado ante mis colegas de países democráticos. Era periodista de una dictadura. Qué gran satisfacción el día que, junto a colegas alemanes, vi en la ZDF alemana toda la ceremonia del juramento del rey Juan Carlos. Acato la decisión del Tribunal Supremo sobre la exhumación de Franco. Pero a la Memoria Histórica le quito lo de democrática. No lo es. Sé defenderme del adoctrinamiento. La señora vicepresidenta del Gobierno decía hace poco sobre la inhumación, que «no habrá imágenes ni medios de comunicación». Lo contrario del gran espectáculo tan minuciosamente televisado: un moderno mitin. Lo escribí en esta columna hace poco: los restos de Franco como arma electoral ya están en las urnas. Vuelvo a la Constitución: escasea la información veraz y la educación para la convivencia.

* Periodista