En las última fechas ha saltado a la palestra política española la extrema derecha y sus propuestas políticas. Vox ha pasado en unas semanas de ser una fuerza marginal a tener 12 escaños en Andalucía, pendiente de los próximos comicios en las municipales y otras autonomías. Pero este salto de la fuerza de extrema derecha no es algo casual o repentino y hay que atender a varias cuestiones. Primero, hay una tendencia global que se inició hace años con el Frente Nacional de Le Pen en Francia y que ha tenido su culmen en EEUU con la victoria de Trump. Por otro lado, la globalización económica ha dejado por el camino a millones de trabajadores/as por la deslocalización industrial y la consecuente subida del paro y falta de expectativas laborales. Hay una fuerte inmigración debido a la multitud de guerras, hambre y enfrentamientos en países pobres, previamente despojados de sus riquezas por las potencias mundiales que ahora los rechazan. Y las élites de los países de Occidente y EEUU han aprovechado la crisis económica que se inició en 2008 para imponer duras políticas de recortes sociales y de derechos a su ciudadanía. Ante este caldo de cultivo, la extrema derecha ha sacado su discurso fácil. Pero ese discurso se basa en mentiras y tergiversaciones, los causantes de la crisis económica y de pérdidas de empleo no son inmigrantes pobres sino bancos y multinacionales que han aprovechado la crisis para multiplicar sus ganancias, grandes fortunas y empresas que han dejado de pagar impuestos en sus países y gobiernos que han puesto por delante los intereses privados de unos pocos frente al bienestar de la mayoría de la población. A río revuelto ganancia de pescadores...