De nuevo ha surgido en nuestra sociedad el viejo debate de la eutanasia: un tema ya bastante trillado y algo complejo. Recuerdo con cierto pesimismo la película protagonizada por Javier Bardem titulada Mar adentro, la cual ha sido una de las peores películas presenciadas por mí, tanto por su temática como por la forma de abordar el autor el problema. De ahí que, por supuesto y por lógica, no estoy en absoluto y para nada de acuerdo con la eutanasia. La vida es tan maravillosa que es una verdadera locura y disparate quitársela así porque sí y sin ningún motivo. No sólo hablo desde un punto de vista católico (que lo soy), sino también desde un punto de vista moral y ético me parece una auténtica barbaridad, y en el caso de la película mencionada anteriormente, el protagonista podía por lo menos, hablar perfectamente. Así, no le veo sentido a la decisión adoptada por el autor. Claro que, viendo su ideología no me extraña su pensamiento.

Dadas las razones expuestas anteriormente, debemos luchar por la vida siempre y en todo momento. Venciendo las penalidades y dificultades que nos vamos encontrando a diario hasta nuestro último día, transformando esa pendencia en alegría y bienestar personal por haberlas vencido.

Ocurre a veces que el ser humano está poco acostumbrado a sufrir y padecer, al vivir en una sociedad de demasiada diversión y entretenimiento, donde todo nos lo dan hecho.

Coincido plenamente con el doctor experto Jaime Boceta en una debate organizado por el Colegio de Médicos la semana pasada, donde declaró que era más prioritario mejorar los cuidados paliativos del paciente.

Termino ya con el título de un poema que escribí hace ya tiempo. ¡Viva la vida! Nunca la desaproveches.