El presidente ruso ha conseguido mantener la guerra olvidada de Ucrania, donde el alto el fuego se haya vigente desde hace más de dos años. En la práctica, se ha reducido la intensidad de las hostilidades pero la población que vive junto al frente en el este del país sufre bombardeos diarios --que se extienden ya durante tres años-- y un goteo de muertos entre los que resisten.