Ha llegado septiembre, que, para muchos, será la vuelta a casa, después de jornadas de descanso. Septiembre alza el telón de un nuevo curso. Y será bueno recordar aquellas palabras de Cesare Pavese: «La única alegría en este mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar siempre, a cada instante». Dejemos caer la mirada sobre el paso del tiempo, los meses que van cruzando ante nosotros, muchas veces, sin que apenas nos demos cuenta. Septiembre irá apagando poco a poco el fuerte sol y los golpes de calor del verano e irá llamando a la puerta del otoño, también poco a poco. Algo ha de decirnos el paso del tiempo. Primero, que miremos nuestras manos y nuestro corazón, para ver si realmente están llenas o vacías. ¿Qué deja en nosotros el paso del tiempo? ¿Un día o un mes más? ¿Una obligación cumplida y una tarea realizada? ¿Una preocupación más o menos? El paso del tiempo, de un mes a otro, el transcurrir de los meses y los días ha de invitarnos a reflexionar sobre nuestro camino, sobre nuestros pasos, sobre el guión de nuestra vida, sobre la realización de nuestros proyectos. Al regresar de vacaciones, en las que la pesadilla de la diana mañanera estaba desterrada, nos encontramos con el ritmo de los días normales de trabajo. En su Diario nocturno, Ennio Flaiano, con aire surrealista y caricaturesco, nos ofrece el boceto de un escritor o de un burócrata o empleado lleno de buenos propósitos y de igual y total ausencia de esfuerzo: «Decidió cambiar de vida, aprovechar las horas de la mañana. Se levantó a las seis, se duchó, desayunó a gusto, fumó un par de pitillos, se sentó a la mesa de trabajo y se despertó a mediodía». El escritor sale al paso de la apatía, de la desgana, de lo que cuesta muchas veces enfrentarse al trabajo y a la obligación. La pregunta surge espontánea: ¿vamos siendo en lo más profundo de nuestro corazón aquello que realmente queremos ser? Y sobre todo, ¿hay paz en nuestras conciencias libres, amor en nuestros corazones anhelantes, luz en nuestros horizontes, frutos en nuestras manos, sonrisas en nuestros semblantes? Ha llegado septiembre, el nuevo curso, los programas flamantes, los nuevos equipamientos que todos necesitamos para encarar un nuevo curso. No olvidemos que el verdadero equipamiento para enfrentarse a la vida no está en prendas deportivas o en los procesadores más sofisticados, sino en un estudio apasionado y serio, y en una experiencia a base de conocimiento auténtico y no de simples traslados espaciales a localidades exóticas. Sí, el verdadero estudio no consiste solo en aprender, sino que es búsqueda, análisis, reflexión, creatividad y, finalmente, abrirse a horizontes inesperados e inmensos. En su obra póstuma Consejos a un estudiante, el escritor francés Max Jacob, decía: «La verdad sobre el mundo no se aprende solo en los libros. La belleza la encontrarás mirando la naturaleza, la verdad la descubrirás por ti mismo en la búsqueda». Vivir es comenzar siempre y «recomenzar» en cada instante. Septiembre nos saluda, mientras Córdoba prepara grandes acontecimientos. Serán esplendorosos y magníficos, no solo por su belleza exterior sino por el fuego interior que transforme vidas y corazones, iluminando a la sociedad con la luz de la verdad, del bien y del buen hacer.

* Sacerdote y periodista