Parece que un virus se ha instalado definitivamente en España. Aunque lo creíamos erradicado hace tiempo ha rebrotado con fuerza, y no somos pocos los que estamos preocupados. Los investigadores han descubierto que esta recidiva tiene su origen en un país comunista, para regocijo de la facción soviética del gobierno. Ahora andan empeñados en bautizarlo con un nuevo nombre que sustituya al tradicional. Dicen que «censura» causa alarmismo.

Por aquello de que el lunes es el peor día de la semana, la televisión pública nacional emite en sus noches el programa Operación Triunfo, reality show musical en el que un grupo de jóvenes principian y concluyen su carrera musical. Muchos de ellos aseguran que lo han dejado todo por la música, y bien que se les nota. Una concursante en la que no coinciden vocación y aptitud ha insultado a los aficionados a los toros, tildándonos de nazis, gilipollas y psicópatas, siendo inmediatamente jaleada en las redes sociales por los defensores de una selectiva libertad de expresión. Días después, en el mismo programa, Estrella Morente entonó (ella sí) por sorpresa unos versos taurinos de José Bergamín, ante el enfado del productor del concurso que, en un arrebato censor, ha decidido suprimir del video el cante torero de la artista granadina. A su vez, la directora de la Academia (no de Atenas, por supuesto) también ha afeado la actuación por no ser acorde con sus gustos. En una reciente entrevista, un miembro del jurado ha reconocido que no solo pretende educar musicalmente a los participantes, sino también en valores. Constatado su doble fracaso, quizá deba cejar en el empeño.

El virus de la censura se ha demostrado contagioso, y también se ha inoculado en algunos políticos de nuestra ciudad. Acaso por la coincidencia intelectual que caracteriza a quienes ostentan un cargo adornado con el nombre «igualdad», la responsable de la Delegación en la Diputación Provincial ha retirado del Salón de Plenos un cuadro del siglo XIX, conocido como La Malmuerta, que representa una leyenda del siglo XV, pues a su decir puede herir sensibilidades. El presidente de la institución provincial ha secundado el traslado de la obra y, poniéndose de perfil, ha justificado la decisión aduciendo que las obras deben rotar debido al gran fondo pictórico que atesora la Diputación. Si llega a dirigir el Museo del Prado dimiten hasta los ujieres.

Cuentan que el genial Luis García Berlanga, hastiado de las injerencias de la censura durante el rodaje de una película, propuso al productor de la cinta que el censor apareciera en los títulos de crédito como coguionista. De persistir la epidemia totalitaria que nos asola, pronto veremos la rúbrica de esta nueva hornada de ofendiditos patrios junto a las de García Lorca, Dalí o Borges.

Hay enfermedades que precisan algo más que una vacuna para ser curadas. En algunos casos se requiere permanecer en cuarentena, pero como las de Joaquín Sabina: cuarenta días... y quinientas noches.

* Abogado