Un mundo con mascarillas y guantes de látex. Un mundo en el que un beso, una caricia, un apretón de manos, una sonrisa sean sólo un recuerdo perdido, una melancolía de cuando los seres humanos nos mirábamos a los ojos, hablábamos frente a frente y nos veíamos la sonrisa. Se nos va como agua entre las manos aquel mundo donde los niños jugaban con el barro, trepaban a los árboles, se herían las rodillas o se descalabraban en sus guerras inocentes, porque aquellas heridas nunca mataban. Ese mundo se nos está perdiendo en el mundo virtual de una pantalla, donde cada persona, en un cuarto aséptico, se comunicará con los demás sin tocarlos nunca, sin saber nunca lo que es una caricia o una distancia, un beso o un adiós. Quizás alguna vez algún curioso preguntará por la palabra “primavera”, o “azahar”, o “golondrina”, porque en uno de sus continuos viajes interminables por esa pantalla de cristal, en la que pretende aliviar la soledad y el tedio, haya visto una fotografía de ese mundo en el que los seres humanos éramos humanos. Luego, vinieron virus y más virus, esos seres inventados por nosotros, sin masculino ni femenino, sin singular ni plural, invisibles como la maldad, a cual más obsesivo, pero capaz de conseguir que el mundo se destroce, se convierta en una huida imposible, porque a dónde vamos a cobijarnos nosotros, los que nos creímos dueños de la vida y de la muerte, a dónde vamos a refugiarnos, necios engreídos, si destruimos nuestra casa; a dónde nos refugiaremos de nuestros egoísmos. Un mundo de cada cual aislado en una hornacina, viendo las nubes, las estrellas tras una mampara de cristal, sin poder salir a la calle, al campo, al amor, a otros mundos y otros seres humanos. Ciudades vacías, parques inservibles, jardines desolados, asistidos por robots que sirviesen la comida de puerta en puerta, que llevasen liofilizado nuestro semen a grandes laboratorios donde nos procreásemos en probetas, sin pasión, sin esperanzas y sin sueños. Mis queridos jóvenes: Perdón por el mundo que os estamos legando. Nuestras promesas fueron falsas. Os engañamos en la mentira del mundo del poder y de la muerte, haciéndoos creer que eso sería vuestro paraíso. A ver si vosotros, cuando recojáis la basura que os dejamos, sacáis por fin nuestro planeta hacia la vida.

* Escritor