Su nombre se ha hecho viral: Juan García Arriaza, un brillante virólogo español, hijo de los palmeños Juan García Montero y Josefa Arriaza Ruiz. Nació en 1974, circunstancialmente en Cataluña, pues su padre, guardia civil, fue destinado a Barcelona. Pero su infancia la pasó a golpes de emociones en Palma del Río, con sus abuelos en un pisito de la calle Sol, estudiando parte de la EGB en el colegio San Sebastián y correteando por la huerta del pago de Las Delicias. Un paisaje de amor materno, de abuelos, tíos, primos y amigos del que nunca se ha desprendido.

García Arriaza se licenció en Ciencias Biológicas en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Biología Molecular en junio de 2003 en la Universidad Autónoma de Madrid, con sobresaliente-Cum Laude por unanimidad. Estaba clara su vocación de investigador vinculado a la virología, encaminando su carrera a superar los principales virus y enfermedades infecciosas. Ahora se enfrenta al coronavirus buscando con ahínco una vacuna para remediar tan contagiosa y mortal enfermedad. Un científico lejos de esa imagen introspectiva del hombre de ciencia. Conciudadano alegre como pregonero de carnaval, alpinista solidario en las cumbres del mundo, familiar y comunicador.

Por fortuna, hombres y mujeres como García Arriaza, proliferan más en las últimas décadas. El biólogo Francisco Barro inmerso en la transformación genética y genómica funcional, Juan Carlos Castillo en los avances en cardiología o la doctora en bioquímica, Olga de la Rosa y sus investigaciones sobre células madres; la doctora en bioquímica y biología molecular Zaira Isabel González o el doctor José Ramón Cano García y sus avances en cirugía torácica. Una generación formada en nuestros colegios e institutos, en nuestras universidades y centros públicos de investigación. Invertir en educación e investigación es defender el estado de bienestar social y mantener un sistema público, gratuito y universal de salud. Nos sentimos orgullosos de estos paisanos.

* Historiador y periodista