Normalmente todas las fiestas que se celebran en España están encabezadas por un santo patrón. Como San Isidro labrador en Madrid, Virgen del Pilar en Zaragoza, Virgen de la Merced en Barcelona... Es por lo que a pesar de la «paganización» de las fiestas no debemos de olvidar las raíces, y concretamente en Córdoba siempre se han celebrado en honor de la Virgen de la Salud, que tiene su historia y tradición y que conviene recordar por todos los cordobeses. Cuentan las viejas crónicas que un día del año 1665 Simón de Toro, labriego y su compadre Bartolomé Peña, ambos vecinos del barrio del Alcázar Viejo, cultivaban un pequeño terreno contiguo a la muralla de la ciudad junto a la Puerta de Sevilla. Ambos, al hundir el arado en la tierra, dejaron al descubierto la entrada de un pozo y en una de las hendiduras se encontraba una pequeña imagen de la Virgen con el Niño en los brazos. Fue llevada a su casa mostrando a la vecindad el hallazgo.

Cundió por la ciudad la noticia del descubrimiento y fue grande el impacto producido en la gente, quien estableció una piedad mediante la cual acudían multitud de enfermos a beber agua y, según la tradición, recobraron la salud. De este hecho proviene la advocación de esta imagen. La Virgen fue depositada en la capilla de la Orden Tercera del Real Convento de San Francisco. El fervor y las limosnas del pueblo hicieron posible que Simón del Toro pudiera construir una pequeña capilla junto al lugar del descubrimiento, siendo abierta el lunes tercero de las calendas de abril del año 1673. El mismo día por la tarde los numerosos frailes de la comunidad del Convento de San Francisco llevaron a dicha ermita la imagen de la Virgen de la Salud. Con este motivo tuvo lugar una espléndida velada con aires de romería en torno a la ermita que se transformó en feria.

Los frailes de la Orden de San Francisco, por su devoción a la Virgen de la Salud, empezaron a enterrarse en terrenos junto a la ermita y este fue el origen del Cementerio de Nuestra Señora de la Salud. Durante más de dos siglos, los cordobeses que necesitaban alivio de sus enfermedades acudían al pozo donde la virgencita fue descubierta, y recogiendo el agua fresca que brota del aljibe, en toda suerte de vasijas, la llevaban a sus casas como medicina prodigiosa remedio de todos los males. Desde 1673 todos los años se organizaba, el segundo día de Pascua de Pentecostés, una velada donde se celebraba la fiesta homenaje a la Virgen. Así comenzó la feria al ir concurriendo toda clase de gente, pasando a la Puerta de Gallegos (1803) y a los jardines de la Victoria (1820) hasta que en 1994 es trasladada al recinto del Arenal. La feria así nacida al calor de la devoción sencilla de las gentes, hoy en día, la Feria de Córdoba es uno de los acontecimientos de diversión para todas las edades que caracteriza a la ciudad y que cordobeses y turistas esperan con ansias, pero no olvidemos sus raíces.

* Licenciado en CC. Religiosas