Copatrona de Córdoba cuya imagen se venera en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta. A petición de monseñor Infantes Florido, que fue obispo de Córdoba, el papa Juan Pablo II concedió en carta de fecha 18 de octubre de 1993 la coronación canónica de esta imagen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Fuensanta, de Córdoba, como reconocimiento a la particular veneración que los cordobeses sienten por esta y por los milagros que durante cinco siglos se han atribuido a su intervención. El acto de coronación se realizó solemnemente con la intervención del nuncio apostólico en octubre de 1994. Por tanto, este año se cumplen 25 años de su coronación.

Ahora bien, el reducir este día 8 de septiembre a la Velá, la campanita, el caimán y la Virgen de la Fuensanta unidos como un todo igual, me parece empobrecer el significado de esta fiesta. La esencia y reina de esta fiesta es la Virgen que, según la tradición curó a la hija y esposa de un hombre sencillo tomando las aguas que le indicaba la Virgen junto con San Acisclo y Santa Victoria. Es verdad que es una tradición desde el siglo XV (1420), mas hay que reflexionar que estamos en el siglo XXI, y pensar qué significado tiene la Virgen en la realidad presente. Y es que, según el teólogo Leonardo Boff, la Virgen María es «el rostro materno de Dios padre» porque es el arquetipo de lo femenino y una dimensión de Dios que representa el principio femenino. En este sentido teológico, María tiene un lugar muy importante en la historia de la salvación y, por consiguiente, es convertida en una figura de devoción en la cultura popular. La imagen de la Virgen de la Fuensanta es la clara representación de ello.

Debido a la masculinización existente en la doctrina católica, la Virgen María aparece no sólo como un símbolo pasivo que no habla de las realidades humanas, sino que en ella se afirma otra idea del pensamiento tradicional católico, y es la idealización inalcanzable de la figura de Virgen. En este sentido, toda interpretación feminista (no feminismo) propone especialmente darle a María una posición más significativa, cualquier posición que proponga combatir los postulados que estimulan la discriminación y la violencia. Las feministas que parten de la liberación integral, exaltan el papel de María como un principio femenino, opuesto a un sistema agresivamente masculino. Es así como la Virgen María se convierte en una madre liberadora, una profetisa comprometida con la liberación del hombre, o una maestra de la subversión, exaltando a los humildes y humillando a los poderosos y duros de corazón. Por último, qué pensaría la Virgen, hoy, sobre las pateras de migrantes, abusos sexuales y laborales de los niños, violencia contra la mujer, las guerras… sabiendo que María es paradigma de la fe, de la oración y de la solidaridad con todos los oprimidos y con todas las mujeres de la tierra. Así que con esta reflexión deseo una feliz Velá a los cordobeses.

* Licenciado en CC Religiosas