El caso de La Manada, esto es, hombres jóvenes, en plena pujanza vital que sientan la necesidad psicológica de realizar sexo en grupo compartiendo a una mujer que o ha sido drogada, por ejemplo, con burundanga, u obligada o ambas cosas, no es normal, ni desde el punto de vista social ni psicológico. Pero hay más: cuando esto se hace con esa rotunda y descarada actitud de impunidad, que hasta se repite y forma parte de estilo de vida y diversión de estos individuos y de otros muchos, algo estamos haciendo muy mal.

Las denuncias por agresiones machistas y sexuales en una sociedad democrática donde se supone que deberíamos de haber avanzado sustancialmente en la igualdad de género, son tan demoledoras como retrogradas. Las medidas punitivas no parecen ser la solución. Esto es. Podemos endurecer las leyes pero las nuevas formas de machismo y agresión sexual no parecen frenarse solo con la ley. Estamos ante un profundo problema social cuya raíz es educacional. Tal vez el machismo de antaño tenía una gran componente de instrumentalización y sumisión de la mujer, y llevaba intrínseco un desprecio cultural a esta, pero es que en los casos que se están produciendo en la actualidad de violencia sexista, no solo se dan estar lacras nombradas de antaño, sino un desprecio y menos precio social que además cosifica a la mujer como un objeto sexual sin siquiera la más mínima dignidad humana.

¿Qué está pasando para que un grupo de jóvenes no tengan ni el más mínimo respeto por una mujer? ¿Acaso a estos tíos los ha parido un extraterrestre? Algo se está haciendo mal en la educación y en consecuencia en la sociedad. Que una muchacha salga de copas con las amigas y tenga miedo a que le echen algo en la bebida no es normal. Y que esta circunstancia sea cotidiana es menos normal. Esto solo es un ejemplo moderno de las nuevas formas de violencia sexista. ¿Tanta impunidad, tan mala educación y tan poca prevención del delito en un Estado de Derecho? Que me lo expliquen.

* Mediador y coach