La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, tal y como reconoce la ONU y los datos reflejan. Es también un problema de salud pública generalizado a nivel mundial que trasciende las fronteras culturales y económicas. El enfoque de Unicef para hacer frente a la violencia reconoce que la lucha contra la violencia de género requiere una estrategia integral que dé prioridad al acceso a los servicios y fomente a través de alianzas un entorno protector por medio de la coordinación de la prevención de la violencia de género y las actividades de respuesta de la acción humanitaria.

La mutilación genital femenina, el matrimonio infantil o la violencia sexual impactan en las niñas y adolescentes marcando sus vidas para siempre. Los datos son inasumibles y señalan que 1 de cada tres mujeres en todo el mundo experimenta violencia física y/o sexual a lo largo de su vida y 1 de cada diez niñas menores de 18 años (aproximadamente 120 millones) en todo el mundo ha sufrido agresiones sexuales u otros actos sexuales no deseados. Situación que se agrava en situaciones de emergencia (desastres naturales, conflictos, etc.), donde los sistemas de protección, en especial los de bienestar social, educación, salud y seguridad- se debilitan e interrumpen, por no decir que la violencia sexual suele ser utilizada como método de guerra.

Pese a considerarse internacionalmente como una violación de los derechos humanos, cerca de 650 millones de mujeres en todo el mundo se casaron siendo niñas. El matrimonio infantil despoja a las niñas de su infancia, y pone su vida y su salud en peligro. Las niñas que contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años corren un mayor riesgo de sufrir violencia doméstica y tienen menos probabilidades de seguir asistiendo a la escuela. La mejor definición del impacto en sus vidas y del cambio que se produce con programas de acceso a la escuela son las que recogen las palabras de una de ellas: «Me di cuenta del daño que me causaría a mí misma si aceptaba casarme. Cuando empecé a asistir a clase, no sabía que los niños tienen derechos, ni que el matrimonio en la infancia viola esos derechos. Le dije a mi madre que no quería arruinar mi futuro casándome tan joven y que quería terminar mis estudios y ser enfermera», decía Rashida Khatun de 14 años que en 2019 se encontraba matriculada en un programa con apoyo de Unicef en el suroeste de Nepal.

Todos los años, cerca de 4 millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de ser víctimas de la mutilación genital femenina (MGF), y la mayoría son sometidas a esta práctica antes de cumplir 15 años. En muchos de los países donde la mutilación genital femenina se lleva a cabo, la violencia contra las niñas y las mujeres es socialmente aceptable, y esta práctica constituye una norma social profundamente arraigada en la desigualdad de género, lo que nos indica que más de 200 millones han sufrido la mutilación genital femenina.

Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) dirigen conjuntamente el programa mundial mas importante para la erradicación de la mutilación genital femenina. Este programa promueve leyes y políticas de tolerancia cero, al tiempo que colabora con trabajadores de la salud para eliminar esta práctica y prestar asistencia a las mujeres y las niñas que han sido sometidas a ella.

*Presidenta Unicef Comité Andalucía