Casi toda la prensa escrita sobre papel denuncia que de diez profesores y profesoras, siete están consternados, pues son blanco y objeto de violencia en sus aulas. Esto muestra su nula o escasa autoridad docente. Autoridad tan negada, ni respaldada por la dirección del centro escolar ni tampoco por el Consejo Escolar. Y mientras no sea devuelta esta «debida y obligada autoridad al profesor en el ámbito de las aulas»..., las clases continuarán siendo un verdadero campo de batalla, perdiendo el fin y objetivo de la enseñanza. El fin, como pérdida del saber y conocimientos, y el objetivo, no desarrollar verdaderos ciudadanos responsables, democráticos. Fue un gravísimo error permitir desde ese «inocente tuteo» al profesor como el mantener un «buenismo de falso amor» relacional entre profesores y alumnos. Comenzando de este modo, a diluirse y difuminar esa obligada y debida, insisto, autoridad del profesor o de la maestra en su terreno competencial: «las aulas».

Nuestros políticos y autoridades académicas erróneamente concibieron, un inicio básico y válido para fortalecer un sistema democrático ya desde las aulas, restando autoridad al profesor. Error grave, porque el futuro ciudadano o ciudadana aún no está formado y necesita para llegar a serlo, verdaderamente, ejercitarse y pasar su etapa de formación. La cual precisa e incluye sujeción a normas, necesaria disciplina, con silencio en las aulas, estudio y esfuerzo. Metología que el profesor imprime desde esa autoridad escolar, que le asiste y se le debe que incluye ejemplaridad. Capacitando a sus alumnos y alumnas a lo que más tarde tendrán que respetar y guardar. Entiéndase a convivir y respetar nuestra Constitución y las leyes que la desarrollan. De continuar regateando su autoridad, serán necesarios... Unos «sustitutos». Personas muy experimentadas en otras complementarias disciplinas, tan necesarias para restablecer el orden. Tal como vimos (exagerando solo un poco) en esa película americana titulada El sustituto.

El sindicato CSIF, además de denunciar estas violencias, acosos y ausencia de respeto a los profesores, debería emplearse «a fondo» en defenderlos, rescatando esa autoridad usurpada o negada al profesorado, a quien defienden. Como denunciar eficazmente al Observatorio Estatal Escolar, el cual no acomete sus funciones desde el año 2011 y cuenta con solo siete profesores entre sus 71 miembros.