Y de pronto me ha estallado un llanto de alegría. Ha sido con el amanecer de la primera mañana del verano. ¡Cuánta claridad en mi pulso! Me has dado la alegría de que no piensas abortar y nos regalas esa vida que de pronto palpitó en tu vientre, ahí, un poco más abajo de tu corazón. Sus latidos se han unido a los tuyos. Y ya sabes que eres madre hasta más allá de ti misma. Gracias, querida mía, porque una vida siempre crea más vida. Gracias también a ese joven, que, amándote, elige ser hombre y ser padre, y te anima a realizar el prodigio de poseer juntos el sublime horizonte de un hijo. La vida os entrega el mayor de sus misterios. Me regaláis alivios a mi soledad. Sé vuestro miedo a tanta incertidumbre. Porque la vida es así, incierta en su continua plenitud. Pero al colaborar con ella, os da la alegría que nunca conseguiríais sin el amor. Frente a tantas mentiras y tantas esclavitudes promovidas por la angustia de la comodidad, os habéis dejado llevar al mundo de lo humano, y ese camino os premia con la más bella aventura. Quizás aún no sois plenamente conscientes de que habéis sembrado un alma en el corazón del universo, que es el corazón de Dios. Habéis sembrado alegrías, esperanzas, sueños, que a su vez se multiplicarán en más almas con más alegrías, más esperanzas y más sueños, porque no os habéis dejado encadenar y humillar bajo el miedo, esa terrible trampa que, con el señuelo de sentirnos protegidos, nos hunde en más miedo y sus sótanos oscuros. Porque el miedo es la muerte. Pero vosotros habéis elegido la playa de las Bienaventuranzas, y tenéis a Dios por rey, el único rey que no esclaviza, que no ahoga en cavernas. Y vuestro rey velará por vosotros; su vida os hará crecer en más felicidad y en más vida. Sé que fueron días y sobre todo noches de incertidumbres, porque la angustia y la libertad son así. Me planteaste que ibas a abortar. Y yo, una vez más, sentí en mis entrañas el dolor de la desolación. Pero al fin elegisteis ser libres, es decir, ser humanos. Ahora, descansad en el amor; la vida se encargará de todo. Es su maravilloso poder cuando colaboramos con ella. Lo único que tenéis que hacer es favorecerla. Ella construye ya en vuestro vientre unos ojillos, unas manecitas; un corazón con su sangre, sus esperanzas y sus sueños.

* Escritor