A diferencia de las elecciones del PSOE que eligieron a Pedro Sánchez frente a las intenciones del aparato del partido socialista, las celebradas en el PP no han sido unas elecciones primarias puras, sino controladas. Ello explica que Soraya Sáenz de Santamaría (la más votada por los 60.000 militantes) no haya sido luego elegida presidente del PP por los casi 3.000 compromisarios que, reunidos en el XIX congreso del partido, se han decantado por Pablo Casado. Expongo a continuación algunas reflexiones sobre el cambio en la dirección de uno de los principales partidos de la política española.

1) La disputa entre Soraya y Casado, y sus respectivos grupos de apoyo, hay que analizarla en clave interna del PP y no con criterios electorales. Puede que Soraya sea considerada por gran parte de los potenciales votantes del PP como la mejor candidata en unas futuras elecciones, pero la victoria holgada de Casado (un 57,2% de los votos) indica que este ha sido valorado como la persona idónea para llevar las riendas del partido en la travesía que tendrá que recorrer en la oposición.

2) Es evidente que el vínculo de Casado con la FAES y Aznar, además del contenido de su discurso de presentación de la candidatura, lo sitúa en una posición conservadora. Pero, en mi opinión, hay otras claves, no ideológicas, sino personales y de estrategia política, que explican el apoyo recibido de personas tan diversas como Aguirre, García Margallo, Maroto o Zoido.

3) Los méritos de Soraya se basaban en su experiencia en la gestión de los asuntos políticos, dada su escasa conexión con la estructura orgánica del partido. Pero esa experiencia tiene luces y sombras, fruto del desgaste de quien ha asumido, detrás del presidente, la más alta responsabilidad. Que seis ministros del Gobierno no hayan apoyado a la que ha sido su vicepresidenta es harto significativo.

4) Casado, por el contrario, presentaba unos méritos vinculados sobre todo a su dilatada militancia en el partido (desde su etapa en Nuevas Generaciones) y a su actividad orgánica como vicesecretario general de comunicación. Este ha sido un factor decisivo en un congreso en el que votaban compromisarios y en el que pesaba sobre todo el factor emocional y de empatía con ellos. Ahí, Casado tenía todas las bazas a su favor, y ha sabido aprovecharlas atrayéndose además el voto del grupo de Cospedal (hasta ese momento, secretaria general del PP).

5) En opinión de muchos analistas, Casado era el candidato que, a diferencia de Soraya, podía mantener unido a todo el centro-derecha (desde el ala más liberal hasta la más derechista), y el único que podía evitar la ruptura y la salida de militantes hacia posicionamientos más extremos, como los de Vox. Y eso ha pesado en términos de estrategia política para muchos dirigentes del PP. Con su victoria, se minimiza el riesgo de que, a la derecha del PP, surja con significativo peso electoral un partido extremo del estilo del FN de Le Pen en Francia o de AfD en Alemania. Que eso sea o no positivo, puede ser objeto de debate. No son pocos los que piensan que, teniendo dentro al sector más extremo de la derecha española, nunca será capaz el PP de renovar su discurso político para homologarse con los partidos conservadores europeos. Pero también hay quienes piensan que esta es la única forma de tener controlado electoralmente a ese sector, y que eso es bueno para la política española.

6) El recorrido que pueda tener Pablo Casado al frente del PP y como candidato a las próximas elecciones, es una incógnita, más allá de como acabe el trasunto de su máster. La primera prueba que tendrá que pasar serán las elecciones europeas, municipales y autonómicas, en las que Casado podrá resistir las posibles críticas si hay malos resultados, al estar recién llegado a la presidencia del partido y haber decidido no modificar el actual status quo de los candidatos. Cosa diferente serán las próximas elecciones legislativas, en las que se jugará su liderazgo al frente del PP, y en las que, si es derrotado, saldrán otros dirigentes del partido decididos a disputárselo.

El cambio de dirección en la cúpula del PP forma parte, en definitiva, de la renovación que todo partido político tiene que hacer para no anquilosarse. Es un cambio que responde a la correlación de fuerzas existentes dentro del PP, y que hay que entenderlo en clave interna. Ya habrá tiempo de comprobar el alcance de la victoria de Casado. Veremos si el giro conservador de esa elección le permitirá al PP seguir siendo el partido mayoritario del centro-derecha y continuar siendo alternativa de gobierno, o si, por el contrario, lo dificulta, al ser sólo reflejo de lo que piensa la mayoría de los militantes del PP, pero no de los cambios que se han producido en su electorado y que, de algún modo, sintonizaban más con el discurso de la derrotada Soraya.

* Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC)