No se le puede negar al Grupo Popular del Ayuntamiento de Córdoba la originalidad con la que ha planteado sus críticas al gobierno municipal por lo «improductivo» de los viajes que han hecho la alcaldesa, Isabel Ambrosio, y el primer teniente de alcalde, Pedro García, en sus dos años de mandato. El mapa interactivo que han colocado en las redes sociales, y según el cual los kilómetros hechos por el equipo de gobierno local equivalen a dar tres vueltas al mundo, es una herramienta efectiva --y hasta divertida-- para llamar la atención de los ciudadanos y motivar una crítica inmediata, por muy simplista que sea. Lo que debe estar bajo la lupa del contribuyente no es tanto el número de kilómetros recorridos y los destinos visitados, sino la eficiencia de esos viajes y los réditos que puedan traer a la ciudad. Siempre, sin caer en una visión limitada y reduccionista, pues nuestra capital debe responder (como lo han hecho todos los gobiernos municipales, incluido el del PP, que también tiene en su haber viajes muy discutibles) a las relaciones institucionales y de protocolo con otras capitales y territorios. Y mezclar ahí las visitas de la alcaldesa en su calidad de presidenta del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad alarga la contabilidad, pero desvirtúa la denuncia. Esperamos de nuestros gobernantes locales que expliquen con más claridad las motivaciones y resultados de sus viajes de trabajo. Y que sean cautelosos en el uso del dinero público. Eso es obligado. Pero no parece necesario caer en la descalificación generalizada o en la catetez política de no creer que siempre que se lleva el nombre de Córdoba por el mundo, se vuelva o no con resultados contables, también se hace ciudad y futuro.