Guardiola es la estelada hecha cuerpo de humo. También es voz y rostro del movimiento Tsunami Democràtic, que lidera los incendios nocturnos de una Cataluña dirigida a golpe de barricadas. Primer párrafo del comunicado que presenta Guardiola: «Hoy se ha hecho pública en el Estado español una sentencia del Tribunal Supremo que es un ataque directo a los derechos humanos: el derecho de reunión y manifestación, el derecho a la libertad de expresión y el derecho a un juicio justo». Su heredero en el Barcelona, Xavi Hernández, quizá menos dotado para el razonamiento discursivo, publicó en Instagram: «Vergonya Vergüenza Shame». O sea, lo mismo en plan políglota. Además de jugar juntos en el Barcelona -que también ha criticado la sentencia aportando en inglés un aforismo impresionante: «La prisión no es la solución»-, Guardiola y Xavi tienen en común su paso por Qatar: paso para Guardiola y permanencia para Xavi, que ha afirmado que «Qatar no es una democracia, pero las cosas funcionan mejor que en España». Ya lo creo. Según el Informe anual 2017 Human Rights Watch, en Qatar a los trabajadores migrantes se les retira el pasaporte, son sometidos a un régimen laboral cercano a la esclavitud y son repatriados sin haberles pagado sus salarios. No existe ni el derecho de huelga ni el de sindicarse. Tampoco hay libertad de expresión y criticar al emir está penado con cinco años de prisión. Su código penal no penaliza la violencia doméstica o la violación dentro del matrimonio. Y la homosexualidad se paga con penas de uno a tres años de prisión. Pero Guardiola y Xavi en Qatar no criticaron nada: todo funciona perfectamente si cobras dos millones año, como Guardiola en 2003, o diez, como Xavi ahora. Efectivamente, la prisión no es la solución para el adoctrinamiento de una generación, pero sí para los delincuentes. Ver a Guardiola y Xavi hablando de derecho, sentencias, derechos humanos y poca vergüenza, es la mejor representación del independentismo.
*Escritor