Con admirable e inmutable cadencia semestral, el taller insomne de Carlos Clementson da a las prensas un elaborado y, con frecuencia, perfecto producto literario: ensayo, monografía crítica, poemario, antologías diversas, e, invariablemente, con el sello intransferible de una calidad superior por la amplitud e intensidad de su veta creadora y el envidiable dominio de un lenguaje con permanente resonancia clásica pero no por ello menos abierto a la modernidad.

Desde su todavía reciente jubilación de profesor de la Sección de Literatura Española de la Universidad de Córdoba es el de la traducción el género que más imanta su incansable pluma. Todas las lenguas peninsulares, con excepción de la vasca, y gran parte de las cultas de Europa han sido vertidas por él en su dimensión poética más saliente al español más jugoso al tiempo que canónico. En una tarea realmente hercúlea, sus poetas más descollantes, desde los medievales a los más vanguardistas y postmodernos, fueron traducidos en los últimos años a nuestro idioma con intellecto d’amore, tremente sensibilidad y vocabulario acribioso desde su muy recoleto despacho universitario y el umbroso y un tanto laberíntico gabinete hogareño. Verdaguer y Espriu; Camoens y Bocage; Rosalía y Cunqueiro; Rimbaud y Aragon; Marlowe y Eliot; Leopardi y Ungaretti, y una innumerable cohorte de vates del último milenio vieron inédita o renovada luz por el trabajo de orífice del erudito-artista, del docente-juglar cordobés quizá más preclaro desde los días del duque de Rivas. Pues si sabias y pulcramente ajustadas son las introducciones a obras y autores, la traducción de sus poesías esplenden por su pureza y aticismo, vibrátil y fiel a los mil matices de los versos sembrados en los jardines más radiantes de la gran literatura de Occidente. Toda ella se cultiva esmerada e incesablemente por la pluma afanosa y siempre a la husma de la perfección de C. Clementson. Pero dentro del inmenso bosque por ella transitado, es tal vez la poesía francesa la que atrae con mayor fuerza su interés y vigilias, envidiablemente alertadas y creadoras.

En la presente coyuntura, y por el muy plausible y mancomunado esfuerzo de las Editoriales Universitarias de Córdoba y Sevilla, la entrega denodada del eximio profesor se plasma en una obra que alcanzará en su conclusión (prevista para el próximo otoño) las tres mil páginas, y cuyos dos primeros volúmenes dan ocasión precisamente a estas agradecidas líneas: Poesía Francesa. Historia y Antología de la Edad Media al siglo XX. Selección, estudio y traducción de Carlos Clementson. En la travesía del desierto que desde ha ya no pocos años recorren parcelas sustantivas de nuestra cultura humanística, su aparición constituye ciertamente un verdadero acontecimiento, glosado con presura y amor en un nuevo artículo, que, por tales, señas no habrá de demorarse.

* Catedrático