El mundo del toro o el universo taurino, como prefieran, así entienden y gustan reconocerse los seguidores de la llamada fiesta de los toros o, que algunos denominan fiesta nacional y, en otros lares, fiesta brava; está irritadísimo con la proyección en las salas de cine de un remake de la película de Walt Disney ganadora de un Oscar en 1938 llamada Ferdinand. Un crítico taurino de un periódico de tirada nacional ha sido designado para destripar los porqués de la misma y, claro, por más que ha querido poner ese acento de intelectualidad del que presumen los taurinos no ha podido abstraerse del film y se ha cogido una rabieta de niño chico a la altura de la indignación de los del 15-M.

La historia original de 1936 del escritor e ilustrador infantil Munro Leaf (Ferdinando el toro) fue prohibida en la España franquista y la Alemania nazi al ser calificada de propaganda republicana y pacifista; democrática y degenerada. ¡Qué curioso!

No se puede hacer más el ridículo y no le faltan razones. En Córdoba, ciudad de escasos toreros en la que vivimos pero antitaurina en pleno siglo XXI, siguen existiendo esos valedores de la liturgia taurina; interpretadores varios de lo que sus ojos ven cuando se provoca el acto cruel de torturar a un animal y llevarlo hasta una muerte agónica. Es lo que echa en falta el crítico taurino en la película que dice adoctrinar a los menores en la mentira, pues al toro se le da muerte en la plaza tras haberlo destrozado previamente con banderillas, puyas, estoques, descabellos y puntillazos mal dados. Desea que una película para menores tenga esos visos de la realidad de la violencia de la Tauromaquia, lo que ya ha advertido la Unesco. Desde aquí pido que nuestro Museo Municipal Taurino tenga una sala donde se tengan en cuenta estas apreciaciones de la realidad de los toros, a la que podemos contribuir sabia y espléndidamente, siempre que el concejal de Cultura tenga a bien de ser ecuánime con los contribuyentes cordobeses antitaurinos y les de, al menos, lo mismo que les ha dado a los señores contribuyentes taurinos con el año Manolete y las «tauriprebendas» continuas desde su concejalía y desde la Diputación.

Mientras se lo piensan recomiendo ir a ver esta película tanto a niños como adultos, tanto a taurinos como antitaurinos. Por unos momentos podrán ser capaces de creer que cambiar el mundo a mejor es posible sin que haya que recurrir a la violencia contra ningún ser vivo.