La opción de veranear en Córdoba, alquilando una casa o un chalet en la sierra, o de pasar los meses de más calor en las segundas viviendas que muchos ciudadanos poseen en los núcleos de la periferia multiplica la población en las barriadas cercanas a la capital cordobesa, en una diáspora que se repite año tras año, que se intensificó durante la crisis y que no baja en intensidad. Esto pone a prueba la capacidad de respuesta de los servicios públicos en estas zonas, que de repente, como Alcolea, pueden sumar 20.000 habitantes en verano, o como Trassierra, que pasa de 1.800 vecinos a más de 10.000, o como Cerro Muriano, que triplica su población estos meses. Esto sin tener en cuenta urbanizaciones como Las Jaras, o el cercano núcleo de Santa Cruz, al que regresan estos meses tantas familias. El distrito más afectado es Trassierra, pues suma, a esta llegada de veraneantes, las consecuencias del incremento del turismo de la naturaleza, que muy recientemente ha empezado a descubrir las maravillas de la sierra cordobesa, y que aumenta su demanda de excursiones, senderismo, paseos en bicicleta y alojamientos rurales.

Esta población flotante necesita transporte, abastecimiento de agua y electricidad --el consumo se multiplica--, atención sanitaria, una eficaz recogida de residuos y, en fin, todas las prestaciones que las administraciones resuelven habitualmente, con la diferencia de que los residentes se han multiplicado, pero lo harán solo durante unas semanas, y el dinero público es un recurso limitado que no puede destinarse a inversiones desproporcionadas. Por otra parte, es normal que empiecen las protestas cuando los ciudadanos no se consideran bien atendidos. Curiosamente, aunque el consumo de agua se quintuplica, no hay problemas con Emacsa por el abastecimiento. Pero sí hay quejas con el transporte, apenas reforzado por Aucorsa con una frecuencia más en la línea de Trassierra. También hay quejas por la recogida de residuos, a pesar de que Sadeco ha puesto también refuerzos en su actividad, que es quizá de las más importantes.

Las barriadas periféricas de Córdoba, a pesar de su atractivo, no se pueden considerar puntos turísticos desde un criterio económico. No son zonas de negocio, por más que sus establecimientos y actividades económicas se vean beneficiadas del aumento de la población. Por tanto, solo en cuestiones puntuales deben requerir inversiones extraordinarias, si bien las quejas de sus residentes habituales por la falta de infraestructuras o equipamientos deben ser atendidas, y es preciso admitir que más veces de lo que nos gustaría son poblaciones olvidades por las administraciones. Mejorar las dotaciones necesarias para todo el año es imprescindible, así como aplicar medidas que impulsen y al mismo tiempo reconduzcan el turismo de naturaleza. Y reforzar puntualmente servicios de transporte, limpieza y recogida de basuras se diría obligatorio.