Recientemente se han cumplido 30 años del cierre de Varsovia. Uno de los más emblemáticos pubs de Córdoba, que denominábamos de ambiente. Un punto de encuentro para homosexuales y modernos en general, donde acudíamos en los 80 a disfrutar de la noche y a ligar, con música muy actual y vestimentas atrevidas e innovadoras.

La homosexualidad, aunque ya no estaba penada, seguía siendo tabú con la familia y amigos. Era en los lugares como Varsovia, Suspiros de España, El Niño Perdido, Y Sin embargo, Burbujas, Mermelada o Portón 4, donde hacíamos realidad la liberación sexual que tanto se ansiaba. En ellos nos relacionábamos, ya que no había ni internet, ni Tinder, ni Grindr ni Facebook.

Estos empresarios no solo sacarían su beneficio económico sino que también contribuyeron a identificarnos quienes compartíamos una misma sexualidad, que hasta el momento provocaba rechazo social y que nos veíamos forzados a la invisibilidad. Por la cuenta que nos traía, ante tanta presión social, solo salías del armario en esos ambientes de liberación, modernidad y tolerancia. En estos pubs, por las relaciones y contactos, surgieron colectivos, asociaciones y ONG en defensa de la diversidad y la liberación sexual. Benditos negocios que tanto bien nos hicieron a todos y a la causa LGTBI.

Estas experiencias forjaron en mí una actitud reivindicativa sobre la diversidad. Como activista de esta causa justa y viva, en la que estaré hasta que me muera, he recibido premios y reconocimientos de Colegas, Arco Iris y el premio activista en los Segundos Premios LGTBI de Andalucía. Agradezco a todos ellos el reconocimiento a mi humilde contribución, pero no me parecen más que distintas formas de reivindicar y luchar por la normalización social del colectivo y contra la LGTBIfobia.

No hay solo una única manera de reivindicación. La causa LGTBI es universal. Nadie puede monopolizar esta causa, ni plataformas, ni oenegés, ni partidos políticos, ni empresarios ni administraciones.

Recientemente se han celebrado los Terceros Premios LGTBI Andalucía. IU, su organización Aleas y Vox se han manifestado en contra de la celebración de estos premios, por mercantilistas, unipersonales y porque utilizan dinero público.

¿Se puede pagar con dinero público la visita a la revolución bolivariana de Venezuela y no se pueden pagar unos premios LGTBI? Es evidente que se pueden pagar, independientemente de que yo no financiaría con dinero público ninguna de ambas actividades. No entiendo lo de mercantilizar la causa y lo de ser una convocatoria unipersonal, cuando aparece el colectivo Colegas como organizadores.

Algo parecido ocurrió en Madrid, donde la fiesta del orgullo también fue criticada en su día como mercantilista y alejada de la reivindicación de la causa por la diversidad. Hoy, afortunadamente, solo a Vox se le ocurre criticarla, y se ha convertido en un gran evento a nivel internacional. Aquí cerca, en Torremolinos, los empresarios de los pubs de ambiente de la Nogarela organizan y financian el orgullo.

Me alegra que a mi ciudad hayan venido Grande Marlaska, Palomo Spain, Toñi Moreno... a reivindicar la diversidad y los derechos del colectivo LGTBI. La pena es que haya habido una polémica innecesaria que ha ensombrecido el mensaje principal, y es que la normalización no se ha conseguido y que al colectivo le queda mucha lucha por delante para alcanzar la normalización social y laboral.

El movimiento LGTBI tiene una forma especial de reivindicarse en el mundo. A pesar de tanto sufrimiento y persecución, el orgullo viene siendo especialmente festivo, alegre y divertido. No debemos restar a esta causa. Todos somos necesarios. Demos muestra de generosidad y respeto a la diversidad en todas sus formas.

* Exdiputado socialista por Córdoba