Si cuando dictaba clases en cursos de máster de economía hubiera dispuesto del estudio titulado Valor social de la Semana Santa de la provincia de Córdoba, lo hubiera recomendado a mis discentes. Si hoy tuvieras que exponer metodologías que abordan la valoración cuantitativa de actividades sociales, bajo el conocido método, retorno social de una inversión, les habría indicado a mis doctorandos que utilizaran este trabajo, realizado por Analistas Económicos de Andalucía bajo el patrocinio de la Diputación Provincial de Córdoba.

Los economistas hablan de los efectos directos de una actividad o de una inversión y de sus derivados efectos secundarios e importantes, denominados indirectos e inducidos, a la hora de cuantificar el valor añadido global de determinada actividad.En este trabajo, desarrollado con la asistencia técnica de la Agrupación de Hermandades y Cofradías y dirigido por el Instituto provincial de desarrollo económico de la referida Diputación, el lector puede informarse del efecto multiplicador que la Semana Santa tiene en los pueblos de esta provincia y en la capital.

Quienes hemos trabajado en análisis input-output y en valoración hedónica damos gran alcance a este estudio, basado parcialmente en la llamada disposición a pagar que tienen los cordobeses para mantener esta manifestación religiosa, cultural, artística y antropocéntrica.

Su efecto multiplicador está muy cercano al cuádruple del gasto realizado por hermandades, cofradías y municipios durante nuestra Semana Santa cordobesa.

Nací en Baena y disfruté hasta mis trece años de edad de la Semana Santa de mi pueblo. De mayor, he entendido que aquella Semana Santa era una suma de bienes tangibles e intangibles, que no se debían depreciar porque alimentaban la cohesión social de mis paisanos alrededor del Nazareno y gracias a los airones señeros de coliblancos y colinegros, que batían pellejos de sus tambores en señal de competición amistosa con pañuelos de color, anudados al cuello.

La presencia de una amplia muestra de las 480 hermandades y cofradías, existentes en la provincia de Córdoba, es el fundamento de este estudio, pues representan los básicos grupos de interés, que mantienen viva esta secular tradición como valor social, compartido a través de un amplio voluntariado, que en sus tres cuartas partes se dedica a trabajar y a estudiar, recorre todas las edades y cuenta en su tercera parte con mujeres.

Artesanos, cereros y floristerías son proveedores habituales de nuestra Semana Santa y también, sonoramente, las bandas de música.

Los ayuntamientos, independientemente de su orientación política, dedican recursos materiales y humanos a esta celebración religiosa que valoran altamente desde el prisma social, económico y turístico.

Como baenense siempre me sentí orgulloso de la bizarría del judío de Baena y de la madrugada del Viernes Santo en San Francisco cuando, al alba, se vestían de pena los olivares de esas sierras y sus sementeras.

Quienes enseñan turismo en nuestra universidad deben manejar la encuesta sobre ocupación hotelera, gasto de los visitantes e intencionalidad de la visita, porque de la encuesta deducirán el potencial de atracción de esta actividad.

A los economistas de estos pueblos y de la capital recomiendo detenerse en el capítulo 4 del libro y en la cuantificación de resultados, detallada y minuciosa, en unas páginas cuidadosamente editadas y maquetadas con esmero.

Como lector y cordobés he disfrutado de su lectura, como especialista en análisis input-output he recordado mis clases doctorales y, antropológicamente, esta lectura me ha devuelto a mi niñez en Baena para rememorar aquellos tres intensos días de manifestación religiosa vecinal de redobles de baquetas.

* Catedrático emérito de la UCO