Como amplia y puntualmente informó este periódico, el asalto masivo y coordinado a la valla fronteriza de Ceuta con Marruecos por parte de centenares de subsaharianos, dejó nada menos que a 22 guardias civiles heridos con quemaduras químicas, contusiones y trastornos respiratorios tras ser atacados violentamente con cal viva, lanzallamas caseros, cizallas y cuchillos, orín y excrementos.

Sabemos que el ácido de la cal viva, que deshace químicamente músculos, nervios y tendones, ha consumido la piel de los brazos y manos de algunos guardias civiles y si no fuera por el casco, destrozado a golpes, sus caras estarían abrasadas y desfiguradas Y mi pregunta es: ¿Dónde quedan los derechos y la seguridad de los guardias civiles? ¿Quién nos defiende a nosotros? No se puede defender eficazmente un puesto fronterizo sin medios, sin personal, en número necesario, para defender la violenta entrada masiva. Sin concertinas que dificulten un asalto coordinado y estudiado. Sin medios para el control de masas, como escudos que protejan al personal de los productos que arrojan contra nosotros, y material antidisturbios que contenga la avalancha. El abandono institucional del que es objeto la Guardia Civil en su defensa de la frontera de España aumenta preocupantemente.

Mientras tanto, los inmigrantes mejoran sus métodos coordinados en cada nuevo intento sabiendo que una vez superado el obstáculo físico de la valla, apenas encontrarán resistencia. No podemos quedarnos indiferentes, de brazos cruzados ante la indefensión que sufren los guardias civiles.

Creo que el señor ministro del Interior debe dar soluciones en las que no solo se tengan en cuenta los derechos de los inmigrantes olvidando los derechos de la Guardia Civil. Soluciones para quienes en cada asalto contra la valla fronteriza, arriesgan su vida por España.