El virus del papiloma humano (VPH) es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes y desconocidas. Se transmite por el roce de piel con piel o piel con mucosas. Entre el 80% y el 90% de las personas que mantienen relaciones sexuales han tenido o tendrán contacto con el virus.

La infección, en la mayoría de los casos, no produce síntomas hasta estadios más avanzados. Estar infectado es una condición necesaria para el desarrollo de un gran número de cánceres como el de cuello uterino, ano, pene y garganta. La evidencia ha demostrado que la medida más eficaz es la vacunación o la abstinencia sexual, ya que el uso de preservativo no protege del todo.

En el marco de una tesis doctoral llevamos a cabo una investigación para explorar el conocimiento que adolescentes, progenitores y profesionales sanitarios de atención primaria tienen sobre el virus, así como la opinión y confianza en su vacuna.

Los resultados mostraron que la mayoría de los adolescentes afirman que mantienen relaciones sexuales a edades muy tempranas, con un número variado de parejas y en muchos momentos sin ninguna protección. Desconocen la infección del VPH y dejan en sus progenitores la decisión de vacunar. Con la familia no hablan sobre sexualidad más allá del uso del preservativo, porque les da vergüenza abordar este tema. Hay diferencias de género, tanto en los consejos que se le da en la familia como en la consideración social que tienen las chicas que son sexualmente activas.

La mayoría de las madres participantes consideran que sus hijos son muy jóvenes para mantener relaciones sexuales. En muchas ocasiones esto se puede convertir en una barrera para abordar el tema de la sexualidad dentro de la familia. No tienen claro los beneficios de la vacuna, incluso manejan información contradictoria sobre cuándo se pueden vacunar, o si pueden hacerlo después de haber tenido relaciones sexuales.

Tanto adolescentes como progenitores, en su mayoría, creen que el hombre es un vector de transmisión y no, como demuestra la evidencia, un posible enfermo. Influye en esta opinión el hecho de que solo se vacune a mujeres y que lo que se conoce como complicación sea el cáncer de cuello de útero.

Un gran número de los profesionales sanitarios de atención primaria entrevistados reconocen que les es difícil dentro de sus agendas buscar espacios para trabajar con jóvenes de forma activa y constante. La falta de recursos humanos y las necesidades de atención de la población con patologías crónicas absorbe la mayor parte del tiempo de su práctica. Estos profesionales, en general, tienen una opinión favorable hacía la vacuna del VPH. Pese a esto, algunos de ellos no se atreven a recomendársela a los progenitores, pues consideran que no tienen la información suficiente sobre el VPH, la efectividad y eficacia de la vacuna.

Afirman que la Administración les proporciona información muy escasa sobre esta vacuna, en contraste con los datos que les llegan del resto de vacunas del calendario. Por tanto, en muchas ocasiones, los progenitores dudan acerca de qué hacer al respecto de vacunar o no a sus hijas, pues no obtienen una respuesta clara por parte de los profesionales sobre sus ventajas.

La población adolescente tiene hoy acceso a mucha información sobre sexualidad pero no la formación adecuada para manejarla, por lo que es necesario que los profesionales sanitarios puedan dedicar más tiempo a este aspecto. Para ello, es prioritario buscar espacios de encuentro entre profesionales sanitarios y adolescentes, donde la prevención y la promoción de la salud sean una asignatura más. Potenciar la figura de la enfermería escolar sería una buena solución.

Para conseguir un aumento de las tasas de administración de la vacuna del VPH es importante la implicación por parte de los profesionales sanitarios, pero también de la Administración.

El incremento de la vigilancia y seguimiento del calendario de vacunación por parte de la administración sanitaria reforzaría las campañas de información y formación. También la confianza sobre la eficacia clínica de la vacuna contra el VPH bloquearía la penetración de mensajes negativos sobre los supuestos efectos adversos que ofrecen los grupos antivacunas. Además, se deben fomentar espacios y tiempo donde los profesionales sanitarios puedan dedicar e implementar entre los jóvenes actividades de promoción de salud.

* Profesora del Departamento de Enfermería de la Universidad de Sevilla