A menudo, a ciertos políticos no especialmente dignos se les suele aplicar la patente de la astucia para conseguir justificar su éxito inmerecido. En esa deprimente o envidiosa consideración hay un fondo de verdad. Ello es posible porque hay otra cara de la moneda: el pasto de los astutos es la inmensa masa de los necios que pican en sus manejos. En realidad, la estupidez es versátil y está dispuesta a reconocer todas las épocas, a seguir todas las modas, a instalarse en todos los cerebros con la ilusión de la astucia y a presentarse bajo capa de inteligencia y de verdad. Entre la multitud de los estúpidos, parecida a un campo de juncos que se pliegan al viento, se levanta el astuto, que se aprovecha de su vulgar sumisión. Nos viene como anillo al dedo en estos momentos y en estas circunstancias, el aforismo de un poeta inglés del siglo XVII, Samuel Butler, que luchó por una clase burguesa dotada de valores éticos y no solo de bienes económicos: «Hay más necios que astutos en el mundo, de lo contrario, los astutos no tendrían lo suficiente para vivir». No valen las horas del desánimo ni de la cólera. Todo lo contrario. Serán actitudes lastimosas e ineficaces. Ante las situaciones más contradictorias con las páginas de un libro de Lógica en la mano, hay que buscar y encontrar «la vacuna de la crítica», de la comprobación moral, del ejercicio intelectual contra el anquilosamiento de la razón y de la conciencia, que puede infectarnos a todos y convertirnos así un poco en necios. Y añadiríamos otra observación, tomada del poeta inglés John Dryden: «La suerte común de todos los maquiavélicos es esta: hacen sus tramas tan sutiles que se rompen de puro finas». Con otras palabras, se puede engañar a muchos durante mucho tiempo, pero no a todos ni siempre. Y ahí está la esperanza. En la hermosa reflexión que nos hacía el cardenal Ravasi: «La red de la astucia puede imperar mucho tiempo, pero no es invencible ni infinita». ¡Qué bellos mensajes para este momento crucial de nuestra historia! ¡Vale la pena saborearlos!

* Sacerdote y periodista