El abuso de los antibióticos está dando lugar a un problema de salud pública global: el desarrollo de las llamadas bacterias multirresistentes contra las que estos medicamentos no son efectivos, y que, especialmente en pacientes con patologías previas de gravedad, pueden conducir a la muerte. De hecho, en España se da un 10% de las defunciones de la UE por esta causa. Andalucía, sin embargo, es la segunda región española con menos muertes por bacterias multirresistentes, y en ello incide una iniciativa pionera, el Programa Pirasoa, que se lleva aplicando tres años, y ha reducido un 17% el uso de antibióticos en los centros de salud andaluces, porcentaje que se eleva a un 34% en los de Córdoba. Para ello se ha concienciado a los actores que determinan el uso de antibióticos: los propios médicos del SAS, el Colegio de Médicos, el de Farmacéuticos (que ya no los venden sin receta) y el de Odontólogos. Es importante también que se haga una labor de pedagogía en la sociedad, pues el antibiótico es ese medicamento casi considerado milagroso, que la mayor parte de los pacientes asocian con la sanación. Es difícil convencer a los enfermos de que determinadas patologías, especialmente las causadas por virus, no se combaten con antibióticos, y que estos deben reservarse para cuando realmente se precisan. Pero hay que hacerlo. El camino emprendido por la Junta de Andalucía es bueno, pues beneficia a la salud pública.