Los militares no hacen nada dando ruedas de prensa. No es su sitio. No es su labor. No dominan el asunto. Ni tienen por qué. Los militares, guardias civiles y policías están haciendo una excelente labor. A ellos, entre otros, como a los sanitarios, les aplaudimos todas las tardes en el balcón, tardes que son cada vez más largas, con más pájaros en los cielos, con menos nubes y con una luz con todo a su favor. Sin embargo, ahí están, como si fuésemos un país militarizado. Tal vez por ese prestigio del que ahora gozan las fuerzas armadas sea por lo que algunos políticos se adornan con ellos en las comparecencias informativas. Para chupar algo de ese prestigio. El general de la Guardia Civil dijo que trabajan para perseguir las opiniones desfavorables a la labor del Gobierno y se armó el lío. Seguramente no quiso decir eso. Pero dio algo de miedo. El Código Penal ya persigue delitos como injurias, calumnias, difamación, etc. Y no todas las opiniones son delitos aunque sean feas, descarnadas, brutas o repugnantes. Son opiniones. El general dio en la clave cuando salió a excusarse. Sin pedir excusas, vino a afirmar que su hoja de servicio es intachable, jalonada de misiones en el exterior en las que ha arriesgado su vida por España y la libertad. Perfecto. Nuestro homenaje y reconocimiento. Y nos da la razón: debe estar ahí, en esas misiones, en el trabajo que ha elegido, no en la tele. Expuesto además a las preguntas de los periodistas, que como todo el mundo sabe somos seres normales que a veces resultamos útiles y brillantes y en otras ocasiones, malintencionados o enrevesados. Pero quede claro que sus palabras brotaron de él con tranquilidad y en directo, no por inducción.

Todo esto llega en pleno debate sobre bulos y noticias falsas. Como si no hubieran existido siempre. Lo que no ha habido siempre son redes sociales, que además de una comunicación adicional entre personas han traído una exacerbación de las opiniones. El Gobierno, y buena parte de la población, ha interiorizado y expresa un lenguaje bélico, esto es una guerra y tal, precisamente para que el que discrepe sea tachado de mal patriota. Pero si se induce a pensar en tono de guerra, la oposición más trabucaire utilizará armas: bulos, bots, trolls y demás fauna. Las palabras del general intranquilizan también por el contexto: vienen luego de que el CIS preguntara, finamente, si se está a favor de cierta censura. Espabilemos: las tentaciones de los dos extremos políticos, cada vez más nutridos, son aprovechar la coyuntura para restringir libertades. O imponer su criterio, en lugar de seducir con él. Vencer en lugar de convencer.

Dicho sea todo esto con escepticismo. Sin saber si llevamos razón. Esperando a que den las ocho. Para aplaudir en el balcón.

* Periodista