En verano, de manera recurrente, aparecen de manera más visible, si cabe, las noticias relacionadas con la inmigración por vía marítima. Este año el fenómeno ha tomado una especial relevancia, en tanto en cuanto, el número de acontecimiento se han concentrado en un marco temporal más angosto. Tres hechos marcan, sin duda, la narrativa este verano: la detención de la capitana del Sea Watch 3, el acuerdo en materia de inmigración liderado por Macron y Merkel al que ya se han sumado de manera activa ocho estados miembros y la muerte de mas de 150 personas en el Mediterráneo a finales de julio. Criminalización, securitización y externalización en estado puro.

La detención de Carole Rackete a finales de junio culminó con el proceso de criminalización del rescate iniciado en el 2016 por parte de la UE y algunas de sus agencias como Frontex. La revisión de la directiva de facilitación del 2002 permitió la actuación penal de los estados contra aquellas organizaciones y personas que estuvieran rescatando a personas en el Mediterráneo, con el argumento de estaban traficando con ellas. Son numerosos los casos de los que hemos sido testigos, entre otros los bomberos sevillanos acusados de traficar con personas en el mar Egeo; o la acusación similar contra Helena Maleno en Marruecos... quedaba abierta la veda contra el rescate.

Pero ha sido la situación ante la que se vio abocada la capitana Rackete la que mayor relevancia ha tenido en el marco informativo por la espectacularidad de su acción y la desmesura de las medidas adoptadas por Salvini contra ella. Todo ello sin contar con la avalancha de insultos y ataques verbales a los que ha sido sometida. Se podría afirmar que gran parte de la opinión pública ha comprado el discurso xenófobo contra el rescate. Recordemos que eran 42 las personas que viajaban en el Sea Watch 3.

El 22 de julio en una reunión celebrada en París, y capitaneada por Macron, se debatió un documento franco alemán donde se proponía un mecanismo temporal de repartición de refugiados y migrantes sostenido sobre el principio de solidaridad y que se aplicaría de manera automática entre aquellos que estuvieran de acuerdo hasta final de año. A priori parece que cuenta con el apoyo de 14 estados miembros, de los que ocho estarían participando activamente (Finlandia, Irlanda, Luxemburgo, Portugal, Croacia y Lituania, junto con Francia y Alemania). España todavía no se ha pronunciado al respecto. Entre los ejes vectores del plan estaría el diseño de mecanismos conjuntos de repatriación rápida (voluntaria o no) de aquellas personas que no tuvieran derecho al asilo; la búsqueda de la cooperación con las autoridades libias (no sabemos cuáles) para facilitar el acceso de la Organización Internacional de Migraciones a las personas en tránsito para proceder a su repatriación desde Libia sus países de origen. Esta propuesta hablaría de rescate y puertos de recepción rotatorios, así como de la cooperación con las autoridades y la Guardia Costera libia, eso sí, solo en el Mediterráneo Central. Estaríamos de facto ante una externalización pura, desde fuera de la UE y a través de una organización internacional.

Unos días mas tarde, tuvo lugar el naufragio con mas muertos en el Mediterráneo en lo que va de año, donde perecieron 150 personas tratando de huir del infierno libio. Esta es una consecuencia directa de la criminalización del rescate desde las cancillerías europeas y del fin de la operación Sophia (UE) en el Mediterráneo central. Se ha fiado todo a la labor de los guardacostas libios financiados con dinero comunitario, y de hecho a sueldo también de los señores de la guerra. Aquellos que son rescatados por esta milicia terminarán en un centro de detención a merced del devenir del conflicto en el país.

Comenzamos nuevo ciclo político en la Unión Europea. Nueva presidenta de la Comisión y la migración como una de las prioridades de la agenda política. Pero estamos, de nuevo trabajando con los mismos marcos. Sin diseño de una estrategia migratoria coherente y parcheando la coyuntura con planes que solo se centran en uno de los ejes de las políticas migratorias, el control. Hasta la fecha la única propuesta realista ha sido la Agenda Europea de Migración (2015), pero los estados miembros prefieren abordar el fenómenos desde un punto de vista coyuntural y no estructural. Y sin este cambio de paradigma es imposible construir ningún tipo de política común.

*Profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid