La mejora técnica sustancial de los indicadores empleados para establecer rankings de las universidades españolas según temáticas publicados recientemente por la prestigiosa Fundación Ciencia y Desarrollo (CyD) sitúa a la UCO entre las más destacadas del país en casi todos los ámbitos y la más sobresaliente de Andalucía en todos. Igualarse en términos relativos en investigación a Universidades punteras como la Carlos III, Pompeu y Fabra, Autónoma de Madrid, etc. ha sido una sorpresa muy agradable y gratificante, quizás no para los profesores recién incorporados, sino para los que abrimos camino en los años setenta del siglo pasado.

Desde universidades de prestigio llegamos a la UCO y sufrimos un shock por la falta de infraestructura, los estándares endogámicos, obsoletos y no competitivos (con algunas excepciones) que imperaban. Un grupo de los profesores treintañeros (ahora ya jubilados) predicamos con nuestro ejemplo, aportamos el aire internacional que traíamos como habitual y formamos docentes e investigadores que son hoy el principal sostén de esta UCO destacada estos días. Incluso algunos de nosotros trajimos bajo el brazo proyectos nacionales concedidos de cuantía considerable por la época de escasez. Ahora la UCO, después de cuarenta años, recoge los frutos, aunque también destacó en rankings realizados por otras instituciones en los últimos años. Valió la pena el esfuerzo, que fue duro por la incredulidad, incomprensión y la falta real de apoyo, aunque estoy convencido ahora de que los que nos coartaban sabían en el fondo que era el camino a seguir.

Ahora bien, no hay que olvidarse del Principio de Pareto que indica que el 20% de una población de una organización es responsable del 80% de los logros que pueda alcanzar la misma. Es impactante como se cumple este principio en ámbitos muy diversos tales como economía, calidad, todo tipo de organizaciones, etc. Así que no es de extrañar que el 20% de los investigadores de la UCO sean responsables del 80% de su producción científica. Conocer quién es quién en publicaciones, dirección de tesis doctorales, contratos etc. es esencial. La política de I+D+T de la UCO debe orientarse a expandir este 20% (si es que llega) y reconocer el esfuerzo de los que han empujado y empujan a la UCO a los puestos más altos de los rankings. Todo ello implica una apuesta por la trasparencia (ej. publicación de los profesores que participan en proyectos europeos) y el reconocimiento de que no todo el mundo es igual. Los esfuerzos deben recompensarse no con el «todos café» por la parte alta de una clasificación, sino estableciendo baremos que impliquen una proporcionalidad. Igualar al que aporta 50 (máximo a alcanzar) al que aporta 100 es una injusticia fragante en el apoyo a los grupos de investigación en el Plan Propio de Investigación de la UCO, que debería “mojarse” más a favor de los que la apoyan por encima de la media.

La UCO ha sido distinguida y por tanto discriminada positivamente por la Fundación CyD. Además de la satisfacción obvia, debe actuar sin dormirse en los laureles. Propongo, desde mi experiencia de 47 años, que se actúe en tres líneas genéricas. En primer lugar, aumentar progresivamente el nivel de exigencia interna hacia la calidad y la responsabilidad social. En segundo lugar, apoyar discriminadamente en positivo a los que más aportan, sin excluir el apoyo a los que empiezan, claro. En tercer lugar, la UCO debe difundir y hacer márketing casi «agresivo» de su posición de privilegio para atraer a los alumnos. ¿Se imaginan una información positiva tan importante referida a una universidad privada? Esta lo explotaría ad limitum. Hagamos lo mismo ya que competimos en el mismo mercado.

* Profesor jubilado de la UCO