La economía norteamericana está funcionando razonablemente bien, dentro del modelo único que tiene en el mundo: crece al 2,3% (más del doble que la zona euro), tiene una tasa de paro del 3,7% (la mitad que la zona euro) y una inflación anualizada del 2% (ligeramente superior a la nuestra, justo en el ideal). Como siempre, mantiene sus dos «twin deficits», sus déficits gemelos, con un déficit público del -4,7% del PIB y un saldo exterior negativo por cuenta corriente del -2,4%, que financia con un mecanismo excepcional en el mundo: las economías exteriores con superávit en los Estados Unidos (básicamente Alemania y China) transforman su beneficio allí obtenido en bonos norteamericanos, que dan una rentabilidad mayor (el 1,7%) que la de los países de origen (el -0,6% en el caso de Alemania y el 2,9% con riesgo de tipo de cambio en el caso de China), lo que financia el déficit público. Por eso, los mayores tenedores de bonos norteamericanos, después del sistema bancario norteamericano (incluyendo la Reserva Federal), son los sistemas bancarios europeo y chino (especialmente éste). La Reserva Federal, además, actúa como un preciso regulador del mecanismo, pues compra y vende bonos monetizando (emitiendo dinero) los déficits y regulando los tipos de interés. Dicho de otra forma, la economía norteamericana funciona como lo viene haciendo en su relación con el mundo desde hace más de sesenta años, es decir, como una economía dominante con capacidad de «seigniorage», pues emite una moneda, el dólar, con valor en todo el mundo, ya que es aceptado en todos los mercados. Una economía que es la cúspide de la globalizada economía mundial, el motor de ella: las demás economías del planeta dependen, en gran medida, del crecimiento de la economía norteamericana, al tiempo que ella depende de la financiación de los demás. Una financiación casi sin coste, ni riesgo de quiebra, pues el volumen total de dólares emitidos es aún pequeño en relación al monto total de transacciones de la economía mundial. Los Estados Unidos son, como economía, en el mundo globalizado, lo que un banco central a una economía normal: únicos.

Este modelo económico que, con sus problemas de desigualdad y de sostenibilidad a largo plazo, pero con su creatividad y pujanza, funciona, es la que está poniendo en peligro el Presidente Trump con sus ocurrencias. La economía norteamericana, como cualquier economía, no se puede permitir la incertidumbre que genera el Presidente en su política exterior (crisis en Oriente Próximo, amenazas a China). Como no se puede permitir a largo plazo la paralización de los flujos migratorios, por la necesidad de mano de obra, ni una guerra comercial con el resto del mundo, dando marcha atrás a la globalización, ya que una subida arancelaria, lejos de resolver el déficit comercial norteamericano lo único que va a lograr es una recesión mundial. Una recesión mundial con efectos directos sobre la economía norteamericana, porque una parte importante de los activos y de las rentas de las familias norteamericanas y de sus pensiones dependen de los rendimientos de sus fondos en el exterior.

Está claro que el Presidente Trump no sabe más economía que la de un especulador inmobiliario, un sector clásico sin competencia exterior y con poca innovación que se dinamiza con la incertidumbre, porque es refugio, y al que le interesan tipos de interés bajos e inflación alta. Por sus hechos y sus tuits se ve que no comprende cómo funciona la economía que gobierna.

Define el Diccionario de la Real Academia que «estupidez» es la «torpeza notable en comprender las cosas». Quizás, después de que el Presidente Trump logre provocar una recesión mundial, y va camino de ello, haya que incluir una nueva palabra en nuestro vocabulario: «trumpez», cuya definición sería algo así como «torpeza notable en comprender la realidad, con tendencia a la mentira, pero con capacidad para beneficiarse personalmente». Pero eso nos obligaría a poblar nuestro diccionario de palabras como «bolsonarez», «johnsonez», «salvinez», o...

* Profesor de Política Económica en la

Universidad Loyola Andalucía