El Encuentro Europeo de Jóvenes de Taizé ha sido una experiencia inolvidable para más de 15.000 jóvenes de todo el mundo. Polacos, ucranianos, croatas, franceses, italianos, rusos y, naturalmente, numerosos españoles han dejado en Madrid una alegría distinta de la felicidad prefabricada que suele embotar estas fiestas. Llegaron en autobuses, aviones y trenes y durante cinco días han dado a las calles de Madrid la luz y color que le faltaba a esta Navidad. Y al final, todos ellos, se han llevado en su mochila los tres desafíos concretos que les ha lanzado el Hermano Alois, prior de Taizé, a lo largo de estas jornadas. Primer desafío: «Trabajar por estar más atentos a situaciones de pobreza, comenzando, por ejemplo, con visitas que alivien el aislamiento de una persona anciana que vive sola, de un niño abandonado». En segundo lugar, «vivir la acogida de los migrantes y refugiados, apoyando las iniciativas locales e internacionales que buscan brindarles más seguridad y justicia». Y, por último, «ser conscientes de que la paz entre los seres humanos requiere solidaridad con la creación, dando pasos concretos para aliviar la sobreexplotación de los recursos, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad». Junto a estos desafíos, el hermano Alois quiso subrayar que es necesario «un corazón reconciliador», para evitar la tentación de caer en lo mundanamente correcto, invitando a los jóvenes a acudir a «la fuente de la reconciliación, que no es un idea, es una persona, es Cristo, que nos da su paz». El Encuentro Europeo de Jóvenes, en Madrid ha sido sin duda, una bocanada de aire fresco, de brisa de esperanza, para una juventud soñadora que busca ideales, caminos nuevos, hojas de ruta que aseguren el éxito y la felicidad. Presidía las reuniones en Ifema el cuadro de la Adoración de los pastores, de El Greco, así como la imagen de la Virgen y el Niño, el Crucificado, y el característico icono de la amistad de Taizé, con el lema «Tu palabra, Señor, no muere», inspirado en unas de las palabras de Miguel de Unamuno. El silencio y la música de fondo envolvía cada taller, cada encuentro, cada oración.

* Sacerdote y periodista