No puede negarse que los números de la encuesta de población activa (EPA) del segundo trimestre son contundentes y positivos: el paro ha registrado una caída record en el segundo trimestre, situando la cifra de desempleados por debajo de los cuatro millones de personas. Las cifras son un compendio de récords: el descenso trimestral del desempleo (340.700 personas) es el mayor de la serie histórica, iniciada en 1964; el número absoluto de parados (3.914.300) y la tasa de desempleo (17,22%) son los más bajos desde el cuarto trimestre del 2008; en los últimos 12 meses, el empleo ha crecido en 512.300 personas, lo que supone una tasa anual del 2,80%; el número total de ocupados se situó a finales del mes de junio en 18.813.300, el nivel más alto desde el tercer trimestre del 2010...

Basándose en estas cifras, el Gobierno mostró ayer su satisfacción por la evolución del empleo en España. Pero pese al retrato que dan las cifras, la situación del empleo en España dista de ser idílica. La gran mayoría de los empleos que se han creado son estacionales (vinculados al turismo y al sector servicios en la temporada veraniega), por periodos de tiempo muy cortos y salarios muy bajos. Son, como denunciaban ayer la oposición y los sindicatos, empleos precarios que muestran que el modelo productivo español se centra en servicios de escaso valor añadido , una alta temporalidad y unos salarios muy bajos que hacen que las cotizaciones a la Seguridad Social se resientan.

Sin duda, es una buena noticia que el paro se sitúe por debajo de los cuatro millones, pero haría bien el Gobierno en no caer en euforias exageradas ni en un exceso de optimismo. El modelo productivo español necesita un cambio de paradigma para sacarlo del ciclo de precariedad con el que, al menos en las grandes cifras macro, se está saliendo de la crisis. Ayer, ante la Comisión de Economía del Congreso, el ministro de Economía, Luis de Guindos, mencionó la posibilidad de que este año la economía española experimente un crecimiento superior al del año pasado, que fue del 3,2%. Pero el reto está en que esta recuperación también la experimenten la mayoría de los españoles. Con empleos precarios, de alta temporalidad y escaso salario ni se crea prosperidad ni se pueden afrontar retos como salvar el sistema público de pensiones.

La situación es diferente en Córdoba, donde las cifras, una vez más, van a la contra de la tendencia nacional. El paro ha subido en la comparativa trimestral, si bien la evolución anual es buena, con 10.200 desempleados menos que en el 2016. Aun así, la provincia roza los 105.000 parados justo después de esos meses de «milagro» turístico en los que Córdoba rebosa de visitantes, con la Semana Santa en abril y el mayo festivo. Está claro que el modelo no está funcionando en lo que al empleo se refiere, ni siquiera para ofrecer trabajos en precario.