Así llamaba Rubén Darío a Andalucía, tierras de sol y de luz que vino a buscar en el invierno de 1904. Huía del frío de París y de la soledad que lo había acompañado desde su infancia precoz de niño prodigio criado sin padres ni arraigo sentimental. Llegó envuelto en achaques a pesar de sus 37 años, con depresión, arrastrando una bronquitis crónica y un alcoholismo más crónico aún. Se paseó, al más puro estilo de los viajeros románticos, por Córdoba, Granada, Málaga, Sevilla y Algeciras, ciudades entre cuya belleza pobretona de glorioso tiempo retenido, y todavía casi sin desempolvar, el poeta nicaragüense, ya por entonces erigido en «Príncipe de las letras castellanas» por el color y el candor de sus palacios exóticos y sus tristes princesas de verso, encontró lo que buscaba: un Oriente doméstico que le ayudara a traducir a ritmos modernistas los misterios árabes ya intuidos en Las mil y una noches, libro que le abocó a los «jardines de sueños» que para él eran símbolo de libertad creativa, según los estudiosos de su obra. De todo ello y mucho más, como búsqueda de la belleza, juventud perdida, amores y nostalgias, poesía y vida, trata el extraordinario documental Tierras solares, proyectado los pasados lunes y martes en la Filmoteca, que ha ofrecido para la ocasión su archivo de películas rodadas en el Sur a principios del siglo XX.

Opta a tres premios Asecan, los galardones del cine andaluz, en las categorías de Mejor Dirección de Fotografía (Jesús Perujo), Mejor Vestuario (Pilar Ángulo) y Mejor Documental.

El filme, producido por el cordobés Guillermo Rojas y dirigido por Laura Hojman, adopta como punto de partida las crónicas que sobre su recorrido por España envió el poeta, periodista y diplomático de existencia acelerada al diario argentino La Nación, luego reunidas en el libro del que el documental toma prestado el título. Bueno, el título y el espíritu, ese deseo de recrear un viaje no solo físico sino vital, en busca de un sitio en el mundo, y de hacerlo con imágenes evocadoras, música y palabras -interpretadas por el actor Pedro Casablanc- que trasladan con naturalidad el lenguaje poético al cine «de un modo sensorial, porque yo quería seguir el mismo camino de su poesía, que era plástica, pictórica», explicó Laura Hojman durante la presentación. En ella directora y productor estuvieron acompañados del periodista cordobés Paco Gómez Zayas, quien como coordinador de coproducciones y derechos de antena de Canal Sur canalizó la participación de la televisión andaluza en un proyecto «de alto nivel --dijo--, tanto por la recreación de época como por la talla de los intelectuales que participan», un amplio plantel de conocedores del vate que desentrañan los misterios de sus poemas.

Las perspectivas creadas en torno a esta producción de Summer Films junto con TVE y Sarao Films ratifican el buen momento que atraviesa el sector audiovisual en la comunidad autónoma, con obras aplaudidas en festivales como los de Valladolid y San Sebastián, de donde otro film de cosecha andaluza, Entre dos aguas, se vino con la Concha de Oro. Pero a la vez estas recobradas Tierras solares de Rubén Darío subrayan el interés renovado por la buena literatura más allá de modas y formatos artísticos. Ejemplo de ello son dos exposiciones actualmente abiertas en esta ciudad, la de la Escuela de Arte Mateo Inurria, un original homenaje de la Real Academia de Córdoba y el propio centro a Mario López y Pablo García Baena --acompañado de un estupendo catálogo que perdurará en el tiempo--, y la que sobre Borges y sus senderos infinitos puede visitarse en la sede de la Fundación Cajasol. Letra, imágenes y recuerdos, todo cabe bajo el ancho sol de Andalucía.