La nueva Ley de Agricultura, que se aprobó ayer martes, deroga la Ley de Reforma Agraria de 1984. Esta noticia que ha pasado sin pena ni gloria por los medios de comunicación tiene una enorme importancia, y valor real y simbólico. En 1984 el PSOE de Andalucía aprobaba la Ley de Reforma Agraria y su instrumento el IARA (Instituto Andaluz de Reforma Agraria) para ir dando forma a una reforma agraria que redistribuyera de una manera más justa la enorme riqueza agrícola de nuestra región. Pero esto no era una prioridad para el gobierno de la Junta y solo respondía a una demanda ciudadana y sobre todo jornalera, para que miles de trabajadoras/es del campo pudieran vivir dignamente y no tener que emigrar, mientras unos pocos terratenientes acumulaban miles de hectáreas de tierras.

Pero tan ansiada reforma para el agro andaluz no se llevó a cabo y finalmente el IARA terminó por desaparecer. Solo se dio un espejismo allá por los 80 con la aprobación de una ley para la que no había voluntad política, y en una región a la que la CE le tenía reservado otros menesteres turísticos y de servicios. Pero no nos equivoquemos, la reivindicación de la tierra es algo totalmente actual y necesario. En Andalucía, una de las regiones agrarias más ricas para el cultivo de Europa, no se puede permitir que en pleno siglo XXI la mayor parte de la tierra esté en manos de unas pocas grandes fortunas, mientra miles de andaluces tienen que emigrar o malvivir en su tierra. En una tierra eminentemente agrícola como esta una agricultura próspera y productiva, con industrias asociadas, que genere empleo digno y reparta la riqueza agrícola y natural que es de tod@s, es hoy una demanda más necesaria y actual que nunca.