Sé que son tiempos de enormes e inesperados cambios, sobre todo en la política, que invitan a opinar sobre ellos. Pero permítanme que, sin embargo, este miércoles me fije en otros casos que ha recogido este periódico en los dos últimos días, de los que cada vez hay más ejemplos, que también llaman a la reflexión sobre lo rápido que van los tiempos, y con ellos la sociedad y la propia Córdoba, pero dando más oportunidades que razones para el temor.

Ya se sabe que la crisis llevó a las empresas españolas a volcarse en la internacionalización, lo único bueno que tuvo ese periodo y algo que hicieron los empresarios españoles de manual. Pero ver que con ingenio y el talento y, aprovechando las tecnologías también pueden lucir y vender en toda España y en el mundo pequeñas y medianas empresas y autónomos, a uno le cambia los esquemas mentales. Así, el pasado fin de semana Álvaro Larrosa ganaba el Solidscape Annual Desing Competition de Las Vegas al mejor diseño 3D de joyería, un experto que desde Fernán Núñez y su local en el parque joyero vende sus creaciones en Japón, Hong Kong, Tailandia, Noruega... Ayer, la panadería de Hermanos Fernández presentaba sus creaciones de pan de autor que llevará al Concurso Nacional a celebrar en Cazorla, mientras que en el Rectorado se debatía sobre nuevas oportunidades en el sector turístico y la internacionalización de la marca Córdoba.

Y es que la frase que le oí a Álvaro Larrosa creo que ya se la escuché, y si no igual muy parecida, en una reciente conferencia en Córdoba al mediático economista Javier Lacalle. «Mi casa puede estar aquí, pero mi tienda es el mundo». De hecho, algo me dice que el que no amplíe su negocio mirando más allá del barrio, por mucho que su actividad comercial tenga un carácter local, lo va a tener fatal.

Por supuesto, para ello se necesita talento, que lo hay de sobra en la ciudad; preparación, para lo que las nuevas tecnologías también dan oportunidades de sobra; voluntad, que nunca nos ha faltado en Córdoba, y autodisciplina.

Claro que siempre habrá barreras. Por ejemplo, un servidor, dedicado al periodismo, tiene su límite en el uso de la lengua materna. ¿O quizá no? Veamos... voy a usar el traductor de Google para despedirme en noruego: «Vis ses senere» (hasta luego) ¡Anda, pues algo se puede!